viernes, 27 de marzo de 2020


DIARIO DE UN AISLADO
 MUSICA    (2)


La música esto días de confinamiento me hace mucha compañía, los cantautores especialmente han sido mi banda sonora durante años, estos días los conciertos virtuales de los más jóvenes los estoy disfrutando mucho. Rozalén, Ismael Serrano, Iñigo Urquijo entre otros se asomaban desde su casa guitarra en mano versionan canciones, de otros autores y algunas suyas, yo que soy muy cotilla miro los “los lomos” de los libros que están en sus estanterías, estos días muchos  de nosotr@s hemos abierto una ventana virtual en nuestras casa, estamos enseñando el lugar donde escribimos, donde cantan, donde trabajan, y es lindo saber que la lectura ocupa un lugar importante en sus vidas, sobre todo la poesía tiene un gran espacio dentro de las vidas de mis amig@s, recuerdo los años cuando visitabas a alguien y solo veías en las estanterías libros comprados a metros.
Yo crecí con música y antes que entraran los cantautores en mi vida que por cierto, entraron con los poetas aún conservo el  vinilo mítico de Serrat cantando a Antonio Machado, después llego Paco Ibáñez, y  tod@s los cantautores que fueron muchísimos l@s que agrandaron mi territorio poético, por ellos por los cantautores yo entre en la poesía, nunca les podre pagar lo que hicieron por mi un andaluz errante que fui muy poco a la escuela, y que sin ellos mi vida seria muy distinta, mucho más pobre, u más triste seguro.
                 Yo crecí con las coplas de mi madre, que en el barreño del corral lavaba la ropa con jabón de sosa caustica hecho por ella, mientras apretaba la ropa sobre la tabla de lavar de su garganta brotaba unas coplas cálidas con una dulzura muy especial, la banda sonora del corral era maravillosa, yo  me quedaba embobado oyendo las coplas que mi madre cantaba, y las que se oían de los corrales vecinos, coplas de León y Quiroga, y  como no mi favorita era los ojos verdes escritos por  Salvador Valverde y de uno de los hermanos Quiroga en la voz de mi  madre, Conchita Piquer la valenciana mas ilustre de la copla, era una diosa.
Mas tarde conocí en los veranos tórridos sentado en el trillo los cantes de mi padre, cantes de trilla, sonidos calientes que caían en la parva del trigo, cantes que acabarían en la Tahona, en la harina que del panadero.
Luego en invierno llegaba la recolección de la oliva, allí los hombres cantaban mientras vareaban las alas del viejo olivo, las mujeres ensayaban los primeros villancicos, recogiendo la aceituna más madura que yacía dormida en os suelos que en verano hizo mi padre, los niños silbábamos las canciones de Marisol la vida es una “tómbola”, mientras que cribábamos la aceituna.
                Esa fue mi banda sonora luego llegaron los cantautores, y ahora disfruto de la música en un ordenador mientras escribo estos diarios escucho la música clásica que llego un poco más tarde a mi vida.
La música estos días duros de confinamiento se nos hace imprescindible, tiene mucho protagonismo en nuestros balcones, y en nuestra vida virtual, las nuevas formas de entrar la música en nuestras casa son maravillosa, y nunca más viva la música que estos días, cuando termine esta pesadilla recordaremos cual fue la banda sonora de nuestra cuarentena, y para acabar un viva la música, antes de salir al balcón a “morir y a resucitar” con las canciones de mis vecinos y con mi voz cansada de silencio.


                Valencia 27 de marzo 2020  13 días de aislamiento.





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