martes, 15 de marzo de 2022

 EL CALVARIO DE JOSEFINA MANRESA.


(Homenaje en el 8 de MARZO)


Aquella mañana de MARZO se hizo la noche en la esposa “en aquel rostro llevaba todas las heridas esta muchacha morena era la mujer de la pena “en el aire espeso de la despedida, resonaban las últimas palabras de Miguel Hernández!” Ay, hija, Josefina, que desgraciada eres!” y la esposa se refugió con su niño, con todos los recuerdos que le acompañarán de por vida, primero en su casa de Cox, y más tarde en Elche.
Ella tenía apenas veintiséis años y por su vida había pasado un ciclón, un huracán de amor y versos, que ahora yacía en el nicho 1009 del cementerio de ALICANTE.
Esta mañana de MARZO, mañana de flores y pésame, el aire de los cipreses cantaba “LLEGÓ CON TRES HERIDAS” luego los días de soledad de luto y dolor eterno, por su cuerpo de muchacha pasaron demasiadas guerras, demasiado dolor para una mujer su inocencia, su vida se perdió entre duelos y penas, nacida para el dolor como su esposo, era una mujer de la guerra, una mártir con demasiadas pérdidas en su vida,
La guerra le arrebató tanto, se ensaño enconada, contra dos seres que solo querían amarse, luego llegó la posguerra con tanto silencio, con la ansiedad que trae el resistir, educar a un niño con ojos de mar, y velar por un legado vital literario, ordenar los recuerdos bajo la luz macilenta de un tiempo de sombras.
Ella era la morena de altas torres, pero ya no estaba la voz que pronunciaba su nombre, ya nadie escribiría alégrate Josefina.
Aquella primavera de 1942 a Josefina le dolían los ojos de tanto llorar, no tenía fuerzas para ordenar tanto dolor, en la sala estaban esas dos bolsa que dejó el poeta, esas manchas de pus y sangre que no desaparecieron nunca, se entrelazan con los versos MIGUEL HERNANDEZ con los cuentos `para Manolillo, ella la musa del poeta, la que se muere “ de casta y de sencilla” femeninamente seria conversa con Miguel y pasa los dedos sobre el tiempo amarillo, donde las cartas gobiernan los recuerdos, ella recostada con la ausencia evoca tiempos mejores donde el amor compartía espacio con los ramilletes de piteras, ramos de amor , u promesas de amapolas que se llevó el dolor.
Cartas que se gastan en las manos, y el hambre como única compañera, pero no me llores más bien enamorada mujer deja tu pena que duerma en la soledad del huerto, en el que el agua turbia del dolor corra por la calle del olvido, siéntate a mirar pasar el tiempo junto al poeta de la esperanza.
Josefina ordeno y custodio el legado que el poeta nos dejó, luchó como una “leona” y gracias a ella se conserva la obra del poeta, y toda la memoria que ella contó. Esta mujer “ fuerte” guardo con celo el Arca donde no solo estaban sus recuerdos y parte de la obra del poeta Miguel Hernández, manuscritos que ella veló durante 45 años, gracias a ella tenemos la suerte de disfrutar del poeta Valenciano más universal.
Mi reconocimiento a Josefina Manresa, a esta mujer ejemplar y a todas las mujeres que agrandaron la vida de Miguel Hernández.

JOSE MONTORO 8 DE MARZO 2021 (texto extraído de mi conferencia las mujeres en MIGUEL HERNANDEZ) 
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 El espejo de Tirachinas.

Hoy fui a cortarme el pelo a mí peluquero habitual, el de mis últimos veinte años, OSAMA que es mi peluquero, lo conocí cuándo el era un joven Marroquí recién llegado de los suburbios de Casa Blanca la ciudad que le vio nacer el también llegó a Valencia como yo, huyendo del hambre a el no lo trajeron sus padres como a mí el llegó solo después de una aventura de casi un mes caminando por Marruecos,
llegó y no fue fácil encontrar el sitio la ciudad antes de llegar a Valencia, recogió fresa en Huelva, aceituna en Jaén, y Naranjas en Valencia, el como yo quería aprender un oficio y como ya era el peluquero de todos los emigrantes, sus compañeros jornaleros a los que el les cortaba el pelo gratis, pensó que lo de las tijeras no le iba mal y montó una pequeña peluquería en Benimaclet mi barrio de Valencia.
Entonces como ahora tampoco era fácil vivir de cortar el pelo, ganarse la vida y resistir permanentemente en crisis no es fácil, pero el con poco se conformaba con una habitación en un piso compartido tenía bastante, un día hablaré de sus miedos y soledades, penurias que pasó, ahora tiene su familia aquí y es más o menos feliz.
Hoy fui a que me cortara el pelo en un día ventoso de Marzo, con un cielo de arena un día espantoso en mi ciudad, no era el mejor día para cortarme el pelo lo sé, yo le quería enseñar una foto, la de mi peluquero de la infancia y la llevaba en mis bolsillos, pero no me atreví a mostrarla.
Me senté en su silla barbera y miré el espejo, cada día me reconozco menos cuándo me miró al espejo los años se caen por mis pupilas, como si fueran lava de un volcán.
Los dos en un silencio doloroso, yo mirando mi rostro borroso y el cortándome las canas que me crecieron de repente un domingo cualquiera, los dos en silencio evitando hablar de la guerra, pero era indudable que teníamos que compartir nuestro dolor, le pregunté cómo están tus padres y respondió bien en Marruecos, me dijo ves televisión y le respondí no la veo poco, pero desde qué empezó la guerra de Ucrania me niego a verla, él hizo también una afirmación con la cabeza, y dijo la guerras son muy malas.
Hoy se me cayeron unas lágrimas en la barbería de Osama,el silencio doloroso de guerra nos atrapó a los dos.
Antes de marcharme le enseñé la foto de mi maestro barbero de Tirachinas este peluquero le cortó el pelo a mí padre y a toda mi familia, tiene cara de buena persona me dijo, lo era respondí yo muy buena persona tan buena como tú Osama, la buena gente nos agranda la vida y solo basta un abrazo de buena gente para seguir viviendo en pie de Paz, recordando a otra extraordinaria persona, el pintor Antonio Moreno que ilustra este recuerdo.
Benimaclet 15 de Marzo 2022.

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2 comentarios

lunes, 14 de marzo de 2022

 Primavera de Cardillos,Collejas,y Esparrageras.

Siempre que voy al campo vuelvo a mí infancia, yo soy hijo de un labrador de un jornalero de la tierra de secano.
En los años sesenta yo acompañaba a mi padre al campo lo hacía en primavera cuando me "liberaban en el campo de concentración dónde me encerraron unos curas que querían lo mejor para mí" cuando cruzaba aquellas verjas de hierro, aquel amurallado internado dónde dejé mi infancias era feliz sentía la libertad en mi corazón y mi ansiedad se quedaba en aquella sotanita negra que llamaban de "bragueta"por los botones que tenía de las rodillas a la garganta.
En primavera por Semana Santa íbamos a espestugar a quitar jamargos que crecían en las "camas" de los olivos.
Mi familia era pobre o mejor dicho lo siguiente, muy pobre, pero yo era un privilegiado a parte de tener la mejor familia del mundo, y cuando digo familia incluyo a mis vecinos a todas las gentes buenas de mi pueblo de mi tierra del Sur que impregnaron en mí vida unos valores que hoy conservó y que me llevan a ser lo que quiero ser, lo que aspiro a ser, un hombre bueno como lo fue mi padre.
Pero no era de eso de lo que quería hablaros hoy quería contaros, quería deciros que mi madre era una extraordinaria cocinera y mi padre un labrador fantástico, éramos pobres y lo que comíamos en mi casa era un manjar una comida hecha con productos salvajes que crecían silvestres en los campos del Sur.
Collejas cardillos, espárragos trigueros y de más hierbas aromáticas que nos daba la tierra sin sembrar.
Las collejas crecían en los márgenes de lo sembrado, en bordes de caminos al pie de los olivos cerca de las esparrageras, los cardillos estaban en las umbrías de los laeros esos lugares eran nuestro "mercado particular" mí padre cogía los cardillos pinchos con sus rudas manos y los desnudaba de sus pinchos as hojas, a mí me dejaba los espárragos y yo sentía la emoción en mi ser al cortarlos con mi navajilla "resortera" era una gran fiesta ir al campo en primavera.
Luego llegábamos a casa y mí madre ponía los manjares en agua del pozo, mientras preparaba una vinagreta para los cardillos, una tortilla con huevos del corral para los espárragos y un arroz con collejas alcachofas y caracoles, y si era domingo le hecha a unas cajas de pollo o de conejo, la cocina era una fiesta de aromas y de platós fantástico crecidos de la pobreza, para llevarnos al paraíso.
Ahora que limpio los cardillos que cogí hoy en mi huerto urbano, los cardillos que crecen entre las habas, junto a las espinacas.
Ahora recuerdo a mí madre, mientras limpio con unos guantes de piel las hojas pinchosas de la planta salvajes despreciadas, hasta el punto de llamarlas hierbas malas, yo crecí comiendo esas "hierbas malas "cocinadas magistralmente por mi madre.
Si hoy fui al campo y sentí muy cercana mi infancia, ahora preparó una vinagreta para los cardillos y los espárragos y las lágrimas se derraman por mi cara y no estoy llorando de pena si no de alegría que grande y buena es la vida.
Valencia 13 de marzo 2022.


6 comentarios

Ver 4 comentarios anteriores
  • Dolores Martínez
    José Montero
    Yo me siento reflejada en todo lo que as expresas de tu vida solo que yo no estuve en ese internado pero si viví siempre en el campo y mi madre era una buena cocinera.