jueves, 24 de diciembre de 2020

 

Cuento de navidad, con madre en el corazón

 

 PRIMER DÍA DEL AÑO 2021

Hoy me desperté temprano el repiquetear de la lluvia que en los cristales de mi lugar de trabajo, me despertó, y fui a mí "LEONERA" preñada de libros,mi taller literario que anda un poco revuelto, cuando me dice mi familia que soy un desastre un caos organizativo yo les respondo que no es mi culpa son los libros los que se bajan de las estanterías, las fotografías que cambian de sitio los apuntes que se mezclan entre ellos, los recuerdos que se instalan de una manera anarquica.
Yo nos soy escritor ni poeta,ni siquiera cuentista ya me hubiese gustado a mí ganarme la vida con relatos y poemas, pero para eso hay que ir a la escuela y yo no fui nunca a ninguna y no incluyo la escuela en aquel internado de Jesuitas donde pase cinco años lo mejor de mi infancia en un "campo de concentración en un internado donde no me enseñaron nada"donde estuve asta los 14 años sin mas equipaje que una sotana remendada, yo fui electricista, esa fue la profesión que me dio de comer durante 45 años,años entre voltios,entre alicates y destornilladores,ahora es verdad tengo mi taller literario,tengo a los narrador@s a los poetas que se mueven como pez en el agua en mis cuatro paredes libros abiertos como pájaros, y un motón de palabras en mi mesa.
Hoy primer día del año me desperté en sueños,era mi madre que me besaba, ella se fue hace dos años,aun cielo del Sur,pero sigue viniendo a verme cada noche,mi madre se fue sin enseñarme a vivir sin ella.
Hoy primer día del año ella estaba en los cristales de mi taller literario vino seguro a felicitarme el año, estaba entre la lluvia con su paraguas de flores que compramos en el mercadillo de Ubeda, yo la contemplo entre las alas de las palmeras que se desperezan en esta Aurora lluviosa y siento el abrazo "prohibido" de mi madre sus besos que nunca me faltaron.
Ahora abro las ventanas para que pase este nuevo año a mi casa para que se instale en la parte del calendario que quiera, el año pasado el 2020 yace en mi papelera rebosante de poemas que no fueron se fue un año entre tachones y versos náufragos.
Ahora escucho la voz de mi hijo del otro extremo de mi casa,-me pregunta papa que haces tan temprano levantado, que hoy es año nuevo y yo le digo que estoy cerrando las ventanas para que no entre la lluvia-y no es cierto estoy abriendo las ventanas para ver el agua que cae mansamente esta mañana de enero,para ver tras las cortinas a mi madre que me da un beso y me dice feliz año Joselito,feliz año a tod@s los que me quieren y mucha poesía para seguir resistiendo,y a mí madre un beso y gracias por no enseñarme a vivir sin ella, por que sin una madre nadie puede vivir.
Valencia 1 de enero 2021.

            Mi madre se pasó la vida tejiendo, desde siempre la recuerdo con un ovillo de lana y sus agujas de madera de enzarzar la lana, siempre en su sillita de coser porque ella tenía su silla de nea preferida para aquel trabajo artesano que ella lo hacía por necesidad, porque en casa en mi infancia no teníamos para ropa llevábamos siempre ropa usada de los hijos del señorito y un “saquito de lana “ella siempre tan preocupada por mí “ ponte el saquito que te vas a constipar Joselito y yo me marchaba a las eras a jugar a futbol era mi gran regalo de navidad, corre detrás de una pelota de trapo después de venir de la “aceituna “dejar el saquito azul encima de la piedra que era la portería, y galopar por la piedra y la hierba hasta el último gol que siempre lo metíamos cuando se hacía de noche.

            Hoy miro hacia tras y veo en mis recuerdos su imagen, tantos años tejiendo del “derecho y del revés” del “bobo y el ocho” ahora la contemplo  bajo la parra de Baeza, preparando mi ropa para el internado, cosiendo el número 382 en mí sotana de botones, en mí saquito “bobo” siempre tejiendo buscando el sol del invierno y la brisa fresca de la tarde en verano, la lana era uno de los privilegios que teníamos los pobres, la única manera de estrenar una prenda aunque la lana fuera usada siempre se reinventaba  y volvía a tener uso, me gustaba hasta el vocabulario que ella usaba “una vaga, cinco del derecho, dos juntos del revés “y así me explicaba ella con sus duces palabras su trabajo de tejedora.

            La última vez que la vi tejer fue un invierno en Valencia tenía su vieja sillita de nea junto al balcón, al sol de Diciembre ella estaba preparando el belén para esas navidades y entre el musgo la serpentinas y todas las figuras sobresalía un  niño Jesús desnudo, ella lo tenía en sus manos aquella imagen tan tierna y desnuda yo la vi  a ella como con sus dedos tomaba medidas a aquel niño Jesús, la mire y no le dije nada nos despedimos y el día de noche buena como todos los años fui a su casa y contemple su hermoso belén, mis ojos se fueron directamente al niño Jesús estaba vestido con un “saquito” blanco, de un jerséis de lana que yo le di un día para que me hiciera unos guantes, y ese ¿niño Jesús le pregunte? Le he hecho un “sallo” para que no pase frio que lleva demasiados años desnudo me dijo me acerque hacia ella y le di un beso, de los bolsillos de su mandil saco un regalo hecho por ella estaba envuelto con papel de navidad, ten me dijo mi regalo.

            Hoy que la vida nos une  de nuevo, tú en algún lugar del cielo, ese cielo que yo pinto de color del Sur, ahora miro tu fotografía, con tu regalo en mis manos aquellos guantes de lana que me hiciste aquel día que decidiste que el niño Jesús no pasara frío, ahora miro tu fotografía frente al belén y veo tu imagen junto al niño vestido con un saquito blanco hecho con tus manos sarmentosas, ahora madre el mundo deja de existir y solo estas tú, siento ganas de llorar,   lloro será por ti madre, porque tú eres todo para mí.

 

           VALENCIA 24 DE DICIEMBRE 2020, NOCHE BUENA.