DIARIO DE UM POETA REPOSAO
PALABRAS ROTAS 16 de mayo
Hay días que la melancolía, me atrapa y pienso que ‘’cualquier tiempo pasado fue mejor` y en la parada del bus, alguien dice esto antes, no pasaba, es muy recurrente hablar del pasado y del presente, el futuro no existe el mío al menos no lo puedo predecir, a las nueve de la mañana camino de un hospital, llevo en mis manos LAS PALABRAS ROTAS el ultimo libro de LUIS GARCIA MONTERO, las palabras tan peligrosas ,como los silencios, las palabras para hablar de la vida, de la muerte, del pasado por que ya os digo que el futuro hoy al menos no lo veo, quizás es que tengo un filtro cinematográfico en mi alma y el mundo anda un poco oscurecido, los rojos ya no son escandalosamente rojos, y los azules tampoco son azul cielo, el estado de ánimo trastoca hasta los colores.
Últimamente cuando voy a un hospital siempre me llevo un libro e pasado tantas horas, entre goteros y sangre que no concibo ir aun hospital, sin un antídoto contra la amargura, y el dolor, en autobús, trate de recordar alguna lectura algún libro que terminara en esos terribles, sillones negros de hospital, nunca leí un libro en una habitación de un hospital, y jamás fui a un hospital sin palabras escritas bajo mi brazo, un libro es la mejor medicina para la soledad la melancolía enferma, que se respira en una habitación con ventanas que no se abrieron nunca.
En el trayecto del viaje, una abuelita que también leía -pregunto que tal es el libro- y le dije que estaba recién comprado que ni siquiera use el marca paginas que me regalo la librera, debe ser bonito tiene un titulo que me gusta y leyó en voz alta - LAS PALABRAS ROTAS- tiene la letras grandes que es lo importante, y huele a libro. Me cuenta que su nieta le regalo una table para leer y no me gusto, a mí me gustan las portadas me gusta pasar las páginas y subrayar con lápiz las frases que me gustan.
A mi me encanta hablar en todos sitios, pero especialmente en los viajes, aunque sea un trayecto urbano, es cierto que también me gusta, apoyarme en las ventanas del bus y mirar los árboles, los niños que van a la escuela, las aceras llenas de gente que caminan a ninguna parte o quizás aun despacho cerrado con vistas al des lunado oscuro de una vieja finca reconvertida en oficinas, ver como la vida se mueve en una ciudad, ver y oír el canto de la ciudad que decía el poeta, a mi me fascina el lugar donde vivo, y recuerdo los primeros versos del poeta ‘’por que me trajiste padre a la ciudad ‘ versos de desarraigo que es cierto en su momento también tuve yo.
He cruzado el umbral la puerta giratoria de este hospital que me recuerda siempre a los tiovivos de feria, hay veces que dan ganas de no encontrar la entrada y girar,-girar, y pronto me entro el miedo, y las palabras de mi hijo, que resonaban en mi cabeza, mi abuela entro en el hospital siendo mi abuela, y cuando la operaron , cuando la anestesiaron ya no fue nunca la misma, mi abuela me decía mi pequeño se quedó cuando nos saludaba con la mano entrando a quirófano, la línea tan delgada entre la vida y el delirio, esta en una jeringuilla de cloroformo.
Hoy no abrí ni una pagina de LAS PALABRAS ROTAS por si se me acentuaba, la melancolía y el desasosiego que habita en mi cuerpo quizás pase demasiadas horas en este hospital, ahora todos los rostros se parecen a mi madre, que ya no está, quizás es que la vida sea siempre girar como un tiovivo de feria.
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