Hablando de fútbol,
Con mi padre.
Hace ya casi tres años que mi padre se fue, el era un jornalero de la vida nació y vivió en el Sur hasta qué el hambre y la falta de futuro de sus hijos le empujaron a la ciudad de los sueños Valencia, el ahora está en las faldas de Magina cerca del cortijo el Pelotoso dónde pasó parte de su vida, cortando pestugas a los guerreros del aceite.
Mi padre era un futbolero como yo apasionados del fútbol, cuándo yo era niño los domingos lo esperaba en el escalón de piedra de mi casa, el volvía fatigado de labrar la tierra, pero ningún domingo estaba cansado cada quince días el Baeza club de futbol jugaba en casa y esos domingos era mágicos el subía las cuestas del camino de las tres Fuentes a lomos de la vieja yegua, yo lo contemplaba desde la Cruz Baqueta cuando lo veía corría hasta mi casa de la calle San Ildefonso y le anunciaba a mi madre que mi padre ya estaba llegando, ella preparaba la camisa blanca la única que el tenía, la que llevo el día de su boda, y los pantalones de pana color albero, ella todo lo dejaba cuidadosamente en una sillita de nea, junto a un barreño de agua templada.
Ella preparaba la ropa de limpio, la ropa de ir al fútbol, lo sayos de domingo, la ropa de ir al fútbol.
Luego apresurado mi padre me cogía de la mano y me llevaba al fútbol los dos en silencio llegamos al campo las banderas de los equipos sobre el muro encalado de cal me impresionaban, hoy lo recuerdo la bandera del Baeza ondeando cerca de las eras dónde yo corría detrás de una pelota de "piedra".
Hoy lo recuerdo y hablo con mi padre de fútbol le cuento la ética que yo enseñé a los niños que entrene, aquéllas normas básicas que no están escritas en ningún sitio como la de partir del quinto gol no se celebra ningún gol, aquélla norma de no humillarse a tu rival, la de saludar siempre a tu oponente al iniciar el juego, y al finalizar el partido, normas éticas que aprendí solo como un autodidacta del balón.
Hoy le contaba a mí padre qué la semana pasada me sentí humillado por un jugador profesional, que celebraba el sexto gol contra
mi equipo, no me duele por qué lo hiciera contra mi equipo, sino por qué se saltarán las normas éticas que enseñamos a los niños, las normas de respetar al rival.
Hoy mientras laboraba mi huerto, mientras aireaba la tierra conversaba con mi padre de fútbol y le contaba las aventuras de un extremo reconvertido en un lateral, y le hablaba de mis sueños, dé aquellas botas que estrene en el césped de Benimar, aquel día que jugué contra el Barcelona juvenil y que me tocó marcar al "lobo Carrasco" mi padre como yo amaba el fútbol era del Betis, pero sobre todo amaba el fútbol, yo sigo hablando con el de fútbol el a la sombra de un olivo en Magina yo bajo una higuera del camino de los Serranos, juntos compartimos pasiones futboleras como cuando íbamos juntos al campo del Baeza que yo recuerdo como el campo de la victoria, no sé cómo se llama el campo de fútbol de Baeza ahora, pero si recuerdo cómo era su escudo y su bandera, lo recuerdo como recuerdo ahora a mí padre engalanado un domingo para llevarme al fútbol.
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