DE UN PARADO EN CONFINAMIENTO
LOS
ARBOLES SI SON SOLIDARIOS
Lo aprendí
desde niño los arboles tenían alma y también mucho corazón, mi padre agricultor
me enseñó a querer todo lo que sembraba que era mucho, su gran amor era la
naturaleza los árboles las huertas, su vida fue plantar y sembrar, por eso él
se casó con la maestra de las flores mi madre, que siempre le acompaño.
Hoy en el día del libro me
acuerdo de ellos ninguno de los dos sabían leer ni escribir, no leyeron nunca
ningún libro, hijos de la guerra, crecidos en la posguerra nadie se ocupó de
enseñarlos de llevarlos a la escuela, llegaron al mundo para sobrevivir, para trabajar,
desde niñ@s ejercieron de carne de yugo, llegaron al mundo para sacar adelante a
sus hijos, para sacarlos de las garras del hambre, mi madre, la maestra de las flores,
era criada de un par de familias, ella era un mar de ternura fue y será
mientras que yo la recuerde la gran mujer que me dio la vida, la que siempre
quiso que fuera a la escuela.
Ella
gran maestra de mi vida me enseño lo único importante que yo tenía que aprender
en este mundo, ser “bueno” y practicarlo durante toda la vida y en ello estoy aunque
a veces me cueste, no es fácil ser bueno entre tanto “canalla”.
Mi padre era agricultor y ablentaba sueños en
verano, y en invierno caminaba por las veredas de Magina para recoger los
frutos que crecen en las alas de los olivos centenarios, montado en su mula
parda marchaba desde la loma hacia las montañas, a veces por el camino de las
tres fuentes, otras por la Escareluelá, y la mayoría de veces camino de las
Escuelas (que curioso, que ese fuera el camino diario de mi padre, alguien que
nunca fue a la escuela) el caminaba a diario en dirección a esa Pedanía que te
dejaba a las puertas del cortijo el Pelotos que era el lugar donde la familia
pasaba el invierno en la recogida de la aceituna.
Mi padre
caminaba por esos caminos que años antes fue la senda de los bandoleros Andaluces,
los famosos bandoleros de sierra Morena los de la sierra de Mágina etc, como me
gustaba quemí padre me contara las historias de aquellos años donde los
bandoleros gobernaban el Sur toda la ribera del rio Guadalquivir.
Historias que él no vivió y que le conto su
padre, que tampoco las conoció esa tradición oral que pasaba de padres a hijos
mitificando historias, mezclando realidad y ficción esas historias contadas en
la boca de mi padre sentados junto al
fuego en las noches frías de invierno, ésos relatos me agrandaban la vida, él que
repito no sabía leer ni escribir el era un gran libro de aventuras, por su boca
conocí relatos increíbles.
Todo lo que conocía mi padre era de la cultura
oral que yo amo, y que creó en mi una semilla un árbol literario que me hizo
amar Los libros.
Mi padre paso parte de su vida plantando árboles
olivos higueras almendros le encantaba los árboles frutales en una tierra de
secano tener un cerezo era un lujo a mi madre le encantaban las flores del
almendro y del cerezo, las margaritas eran su pasión y las rosas de secano,
plantaba manzanilla en el corral y sus flores amarillas endulzaban mis noches
cuanto amor alrededor de un patio con macetas.
Estos días mi
“oficio “es vigilar desde mi balcón los
arboles de mi calle los naranjos enmacetados y las palmeras de mi avenida de Alfahuir,
mi pasión es mirarlos en los días de lluvia ver caer el agua por las alas de
las palmeras es un lujo solo al alcance de mis ojos y es una celebración, ver
como el viento mueve la melena de los naranjos urbanos como si fueran muchachas
que dejan volar al viento sus cabellos dorados es el misterio de la vida y la
pasión de mirarla.
Desde que
comenzó esta cuarentena creció en mí una pasión nueva, la de ver las macetas de
los balcones de mis vecinos que normalmente están siempre secas la mayoría de
los balcones de mi calle estaban siempre lleno de esqueletos de plantas, de
macetas secas.
Estos días me
he fijado que ha ocurrido un “milagro” los balcones se han llenado de verde y
empiezo a ver los primeros “cañamones “del olivo que me traje hace años del Sur
este invierno dará fruto estoy seguro.
Hoy
es un día especial para mi cada año, yo le recodaba a mí madre
esta fecha
el 23 de abril el día del libro.
Yo le decía
madre hoy es el día del libro- “y ella me decía y a mi que me dices Joselito si
yo no se leer hijo mío” también es el día de la rosa le decía yo.- ha ¿eso si
me gusta? le llevaba una rosa para ella
y un libro para mí, para leérselo en las infinitas noches de hospital.
Hoy es día de mi madre y el mío es una fecha que nos unirá
para siempre.
VALENCIA
23 DE ABRIL 2020
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