domingo, 19 de abril de 2020


DIARIO  DE UN PARADO CONFINADO



CONTANDO LLUVIA


                Ahora que nos pasamos contando cosas, los rollos de papel higiénico que quedan, en la alacena las botellas de agua, los brik de leche que quedan en la cocina, los días que faltan para que llegue el cumpleaños, si lo celebraremos en casa o confinados, contamos y dudamos, miramos el calendario cada hora, contamos días de aislamiento, días de subida de bajada, ahora coronamos luego desescalamos días de bajada y de subida, yo ahora cuento las horas de insomnio que llevo, es una locura esto de contar yo que vengo de una familia muy pobre y mi madre que sin saber de números contaba como nadie para llegar a final de mes.
                Yo que  parezco más un científico que un aprendiz de poeta, días estos que paso más entre números que entre palabras, ahora estoy contando lluvias, la lluvia que cae tranquila suavemente la que me hace ver las sombras tras los visillos, que bueno poder contar lluvia llevamos muchísimos días de lluvia en esta primavera, que algunos dicen que es una primavera “perdida” no para mí nunca hay un tiempo perdido, hay un tiempo distinto eso me dice m psicóloga, estos días observo desde mi ventana la calle y veo que está creciendo la hierba entre los adoquines algo que en mis cuarenta y tantos años que vivo en valencia no me había ocurrido, ver la hierba crecer en las aceras de mi calle es un milagro, yo me crie en un pueblo del Sur un lugar donde no existían aceras, cuando salías de casa ya estabas en la calle, era genial.
                Cuando en 1973 llegue a Valencia nos tuvimos que adaptar a vivir en un piso, yo me pasaba la vida en el balcón, como ahora paso el tiempo en estos días de confinamiento en este rincón de la casa acristalado, este es un buen lugar  para pensar para meditar, ahora lo recuerdo todo el mundo me dice que pronto volveremos a la normalidad, a que “ normalidad” mi vida nunca fue normal me pase la vida cambiando y fue algo de lo que estoy contento los cambios me ayudaron a crecer como ser humano, fui un emigrante en la infancia y me alegro hoy no tengo patria, o mejor dicho tengo dos “terruños” el Sur que me dio la vida y el mar que me vio crecer.
 Cuando era niño me encantaba ver la huerta desde mi casa, los que somos de secano descubrir un vergel donde el agua brota es como descubrir una catarata en un barbecho, yo recorría en mi infancia junto a mi madre largas distancias para tener agua para beber, con los cantaros de arcilla en nuestras manos caminamos hasta la fuente y esperábamos en cola de la fuente para que llegara nuestro turno para llenar los cantaros.
Ahora como entonces veo llover desde mi balcón y cuento las gotas de agua que caen en mí mano, veo los charcos los árboles enmacetados con los pies dentro del agua, veo cómo crece la hierba en las grietas del asfalto y pienso como la revolución del 68 que debajo de los adoquines esta la playa, recuerdo que aquí donde se levantan colmenas de cemento  existía una huerta un vergel de agua, en mi casa la acequia de Alboraya regaba los campos de chufas,  yo conocí el placer de bañarme en la acequia de aguas cristalinas que en verano refrescaban mí mundo, ahora todo se volvió fecal y se cegó para no ver nuestras miserias.
Ahora miro la hierba que crece entre las grietas del asfalto, el agua que se filtra por esa mínima rendija buscando la tierra la raíz de lo humano, veo el agua que mansamente cae sobre las alas de las palmeras de mi acera como se derrama por las hojas por las flores de los naranjos urbanos de esta acera donde ahora crece la hierba,  recuerdo los versos del poeta cantor “llueve sobre los campos, sobre los cristales llueve y llueve” yo cuento el agua que cae en la luna de Valencia y cuento que ya llevamos 18 días de lluvia esta primavera Valenciana bendita agua que limpia nuestras casas, días de renovar la vida, de volver a empezar.
 Después cada meditación instalado en mi paz, busco la huerta bajo el asfalto, días de mirar la vida desde la ventana desde la casa del alma, días para pensar que hacemos con nuestras vidas para valorar lo que valen los abrazos, los besos que no nos dimos, días para soñar bajo la lluvia de primavera que ahora es nuestra banda sonora, el repiqueteo del agua en la cornisa.
Valencia 19 de abril 2020 confinados y contando lluvias.
               

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