Diario de un poeta reformado.
Hace unas semanas que no hago vida normal, el vértigo que me
asalto en mi ultimo viaje a TOLEDO me tiene prisionero, a veces pienso que los síntomas,
me llegan por no saber valorar la salud cuando no la tienes te das cuenta de lo
poco que vale el ser humano si esta enfermo, y lo peor es que este ‘mundo enfermo
‘está habitado por enfermos.
Estos mareos que no me dejan hacer nada, por que cuando estas
mareado ¡nada¡ es la palabra que más pronuncias, este territorio que se mueve alrededor
del enfermo, las pastillas en la mesita la copia de las recetas en la puerta de
la nevera para no olvidar la dosis, el teléfono de urgencias subrayado con rotulador rojo, estos días mi pequeño me
dice esta casa parece un hospital, a veces pienso que una casa con enfermo tiene
el olor de los hospitales, la fiebre, los mareos, mi propio pijama huele a hospital,
y me siento como si estuviera uniformado dentro de mi casa huelo a mis hijos cuando
se despiden y recuerdo esos olores de hospital, veo las visitas ‘’arregladas’’
que traspasa la puerta.
Y pienso en las distintas categorías de seres, que transita
por un hospital cada uno con sus olores los del personal sanitario, el olor de
los familiares que pasan noches enteras durmiendo en un sillón, el olor de las visitas,
miles de fragancias mezcladas, entre sudor y fiebre siempre pensé que nadie debería
perfumarse para ir a un hospital, quizás por que pase muchas horas en estos
lugares.
No era mi intención escribir este diario hablando de mis
pequeños males, pero no me resisto a contaros que esta mañana vino el médico de
guardia a casa, eran dos un chico joven, y una chica de mi edad, con sus batas blancas,
la chica me dio los buenos días y me dijo como estas ‘guapo’ me ha desarmado y he
pensado en mi padre que siempre que la doctora lo veía le decía las mismas
palabras como estas ¡ guapo¡ .- mi padre decía siempre estupendamente, hasta el
día que se murió repitió las mismas palabras yo estoy muy bien, como lo
recuerdo ahora, hoy que soy yo el enfermo, que me quejo desde el minuto cero me avergüenzo
de mi cobardía de enfermo.
Me pregunta el medico que me pasa y le cuento mis males y le digo que
tengo unos mareos, y el responde,- como si estuvieras subido aun camello,
bamboleando todo el día a si te sientes me dice con acento canario un joven médico,
que me habla de su tierra con gran pasión,
mientras me toma la tensión, y prepara una jeringuilla y entonces entra mi
miedo en acción ,y el que ve mi cara
terror,- me dice con tono irónico tu no as subido en camello, sonríe, nada mas humano que la ironía que la
sonrisa del personal medico de trato exquisito, GRACIAS por arranquarme una
sonrisa, hoy que el día amaneció malucho como yo estoy.
A, y por cierto yo no
subiré jamás en camello, soy hipocondríaco y además me mareo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario