DIARIO DE UM POETA REFORMADO
Hay días que solo
escuchas de la gente que está a tu lado hay que vivir que la vida son dos días y
ese día tú tienes unas ganas de morir de ‘¡miedo`¡` y te levantas y ves que el
cielo está por poner que el sereno encargado de poner el cielo se durmió también,
vivir muriendo dicen que es el secreto, y entonces miras el cielo y algunas
nubes entretejen sus hilos y otras ‘’ronronean ‘enamoradas .
Hay días que son una herida, que tú te empeñas en cerrar y
le das paracetamol a tu cuerpo sin pensar que es la vida la que necesita química
y no tu cuerpo.
Pero también hay días que comienzan que ese protocolo que os
conté, y luego bajas a la calle y ves que los perros urbanos también ladran te acercas a la farmacia y esta Sancho Panza pidiendo un protector de estómago,
la magia de la vida solo la conoce la muerte, por eso es fácil ver a Cortázar
al bueno de don Julio mirando las nubes que ahora si de abrazan.
Ayer después de hablar con un sabio de la vida con el poeta
ANTONIO HERNANDEZ, en el taller de poesía
que se ha convertido mi vida, los sábados por la mañana mientras otros compran
yo regalo poemas porque nací del barro y Miguel me llamo, y espero cada día ver
la luz entre los cortijos blancos, y ese humo deshilvanado que sube del rio a la Loma.
Y en la LOMA DE Babilonia un posadero nos dio de comer, y
nos indicó el camino de los hidalgos pobres. Si Rocinante pastaba silencioso entre breñas de un rio escaso de agua, el
camino siempre está en frente, la VEREDA
es el camino más tierno el que conduce al olivar, el de la luz eterna
que cantan los tambores a lo lejos, la luz que siempre permanece en el horizonte, porque lo que dejamos atrás es
polvo y viaje.
Y aquí estoy en perpetuo cambio, y el cambio lo hacen a
menudo las canciones y los sueños los que uno busca, entre los amigos y los
versos.
Llegamos a BABILONIA por calles estrellas ligeros de equipaje como poetas de otro
tiempo, y llegamos al lugar donde se olvidan las penas al territorio de los
versos y los abrazos, los ojos se nos
escapan de la cara, nos tiemblan las
piernas por las emociones, y vuelvo a ver a CESAR VALLEJO, apartado observando
la revolucionaria tarde de palabras y versos.
Crecen manzanas de
una morera, se derraman los poemas de un
atril y las palabras caen por un bardal encalado, todo misterio, pasión, secretos escondidos en la desdentada máquina
de escribir, que en la soleada tarde suda versos.
Siento el rumor desesperado
de una campana que como una goleta varada repica las horas. Y las miradas cómplices
acarician mi piel, y adoro este mundo eterno del a amistad.
Luego llega la hora de los adioses y bajo por una calle de
casas en planta baja y repican las campanas,
en sus paredes, llamando a encuentro y ahora se que la vuelta será distinta a la
llegada y que Navarres ya no será el mismo, las ciudad ya no estará perdida por
que la poesía es siempre un encuentro que permanece, y no. No mirare atrás, hoy que todo es ayer y yo
soy un barco errante, que contemplo a la vuelta de BABILONIA a VICENT
ANDRE ESTELLES en su casa de Benimodo su casa de planta baja
como la mía poeta., y es verdad que los días no tienen futuro ni pasado, solo
presente, y que tampoco son como a amanecen, que como dice el canto hay días que tienen mañanas tristes, y acaban en
tardes tardes alegres.
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