lunes, 19 de junio de 2017

Diario de un cuidador inexperto
A mi madre le pica la herida esta tarde, yo le rasco la espalda y ella me dice, que le pica la pierna,-le digo lo mismo que me decía ella a mí cuando era pequeño y me picaba,la espalda de dormir entre la paja,no se si alguna vez dormiste en un colchón de paja,eran mejor que dormir en el suelo evidentemente,aunque yo en verano hacia un camastro en el corral y me quedaba dormido,entre la brisa que movía las pámpanas de la parra,las tardes de verano eran interminables,hasta que no bajaba el sol, y con la regadera,mojábamos las piedras,el fuego salia de las entrañas de la tierra,los gatos se desperezan en el Bardal,entre avena amarilla,y musgo seco la lentitud de la tarde y la calina,nos espesaba las ideas.
Ahora estoy leyendo pasiones cárceles,de Jose luis ferris,estoy en el verano de 1932,esos tórridos veranos de Orihuela,mi madre me llama, quiere que le rasque la espalda,quiere sentir mi mano en su piel mi mano sudoroso,me lavo las manos,con agua ojala fuera del pozo,pero es de un grifo, que suerte verdad mama,tener un grifo,me dice que si y paso mis manos húmedas,por su espalda mas arriba Joselito me dice, y yo le rasco la espalda.
Me siento frente a ella y vuelvo a mi lectura cuanta incertidumbre en 1932,e n la vida de Miguel Hernandez,recién salido de un fracaso en Madrid de penurias y hambre,cuando uno sale de un fracaso la vida tiene otro tiempo,mi madre me llama,me dice que le enseñe la foto de portada del libro que estoy leyendo y me dice Joselito se parece a mi padre,_quien le pregunto,_ el del libro me responde,Miguel Hernandez somos todos le digo,mama,el murió en la cárcel,lo asesinaron por decir poemas.

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