viernes, 21 de agosto de 2020

 

Diario del hijo del mulero

 

 

 

                El horno de los recuerdos

 

Cuando los días se acaban en el Sur, y el calendario dice que tengo que regresar a la casa que me dio cobijo cuando yo era un emigrante al lugar de los atardeceres rojos, donde las palmeras cantan y el mar es mucho más que una palabra, es un estado de vida, y la verdad es que yo siempre estuve junto al mar aquí en el Sur  en un mar de olivos y en Valencia en Malvarrosa un mar de agua.

                Hoy recordé que hace ya muchos años, cuando yo estaba al final de mi infancia  tenía casi 15 años y el rio infantil de mis venas  bajaba trepidante hacia la adolescencia, entonces la angustia de mis padres de no poder darnos un futuro a mí hermano y a mí, ellos cansados de la crueldad de su trabajo y el hambre, mi madre si ganas ya de remendar las alpargatas de padre, una madrugada de agosto cargaron en un camión de ganado las escasas pertenencias y casi como  si fuéramos en una patera navegamos por la Loma con todos los miedos por un mar de olivos con dirección al Norte.

               

                Hoy  cuarenta y tantos años después regrese como veraneante a la tierra donde mi infancia se forjo, y casi me da vergüenza recorre mi tierra con un auto con aire acondicionado, la tierra que tanto ande de la mano de mi padre los caminos blancos polvorientos que en verano recorríamos  bajo un sombrero de paja, dejando atrás las cuestas empedradas para adentrarnos en los barbechos, o en los trigales abandonados.

                Ahora se apodera de mí no un recuerdo, sino algo muy poderoso una mezcla de sensación de culpa y  reencuentro con mi tierra veo los jaramagos secos ahogando la puerta de un cortijo abandonado y la tristeza me abraza las tejas morunas amontonadas con las vigas de madera carcomidas por el olvido,  me quedo mudo que puedo decir yo, qué un día con mucho miedo abandone esta tierra, sin saber si volvería a ver lo que mis ojos vieron durante años, no sé cuántas veces más podre hacer este camino pues el paso de los años ya hacen mella en mi cuerpo. Los olivares bajan hasta la orilla del rio Cuadros y yo mojo mis pies en sus aguas veo a lo lejos las cuevas de Bedmar  siento en mí las historias de bandoleros que se contaban en los libros, veo la nostalgia en las manchas de aceite del mantel que se funde con la piedra y no sé si mis recuerdos son falsos ha pasado tanto tiempo por mi  memoria que tal vez esto que cuento sea ficción, pero es cierto que el agua del rio es fría, y alivia mis calores, tan fría como en aquellos años donde después de bañarnos desnudos en el rio llenamos los cantaros y las damajuanas forradas de esparto para caminar de nuevo con dirección al cortijo como unos guerreros en busca de su castillo, llegar a los corrales donde dejar a los mulos sudorosos, despojarlos de las albardas de piel llenas de remiendos, ennegrecida por los años y el trabajo, los serones que llevan nuestras escasas pertenencias.

                Hoy sentado como un forastero con unos pantalones cortos, que mi padre jamás uso mientras vivía en el Sur, sentado en una mesa de un restaurante comiendo como manjar los guiñapos que cocinaba mi madre me siento un poco traidor a mi memoria, y retorno a la presencia de mi madre que hace dos años que ya no está y sin embargo no se ira jamás mientras yo la siga recordando, ella me salva, los recuerdos de mi madre son siempre mi recurso ella, y no sé si será porque me quiso tanto siempre me dijo no sientas remordimiento de dormir en un colchón, demasiado tiempo dormiste en la paja polvorienta, demasiada hambre para tanta inocencia.

 

                Ahora a los pies de Aznaitin  a la sombra de una parra sin fruto saboreo la tarta de la abuela mientras mis vecinos de mesa comen unas buenas migas camperas en el corazón de Mágina con mí “absurdos” pantalones cortos de turista de forastero de mi desmemoria, de mis recuerdos, ahora inmortalizo mi vuelta con miles de fotos que no sé si guardare por que las fotos ahora se hacen con un celular con mucha memoria y demasiado “olvido”. Cuanto ha cambiado todo y sin embargo las voces de los niños que se bañan, en el rio permanecen, gritan y se ríen y desnudos salpican el agua helada, como yo lo hice hace más de cuarenta años ahora mientras escribo estas líneas contemplo el polvo de mis sandalias, y recuerdo las alpargatas de esparto de mi padre, y me atrapa de nuevo esa culpa injusta que se nos gravo en el alma a tod@s los que huimos hace años del hambre.

 

                Rio de Cuadros  sierra de Mágina 20 de agosto del 2020.

               

               

               

               

 

domingo, 16 de agosto de 2020

 

Diario de un poeta  desubicado.

 

 

 

                Gracias.

 

 

                Hace pocas fechas que os hablaba de las pesadillas y sueños  de la infancia, de la mía y de otros, pero en concreto de las mías, los últimos años y en especial este 2020 que los insomnios y las pesadillas se acrecentaron supongo que por los meses que anduvimos en confinamiento, aunque yo esos sueños los arrastro de hace unos años en concreto desde la primera vez que mi madre estuvo ingresada en un hospital, esos días que nos pasamos cuidando a nuestros seres queridos nos pasan factura a tod@s de por vida.

                A menudo nos pasamos buscando la felicidad de una manera casi “esquizofrénica” endiosamos el ser feliz de una manera estúpida y eso nos frustra, a mí me pasa.

 Cuando la ansiedad me atrapa quiero huir, volar a cualquier lugar donde me liberé de la angustia y a pesar que sé que solo me liberaré de ese ahogo cuando haga mi viaje interior, cuando camine por las alamedas desnudo sin miedo, cuando la “hiena” que habita en mí pecho deje de rasgarme el corazón, y sea un gatito recién nacido el que acaricia mi alma, cuando deje de echar sal en mis heridas, y entienda que la vida tiene momentos y que como dice la canción hay mañanas tristes que traen tardes alegres, cuando no tenga miedo a la noche y al contar las horas insomnes que pasan por mi vida, y en ello estoy buscando la puerta de mi interior que da a mi celda de sosiego y paz, silencio, solo silencio no quiero nada más un camino que me lleve al territorio de Ítaca, pero ese  lugar no lo encuentro.

Estos días he estado en la patria del silencio, un lugar del Sur llamado Rute, donde Rafael  Alberti se refugió tal vez buscando silencio, bueno la verdad que fue para terminar su poemario “Marinero en Tierra” y en Rute además le llegó la noticia de que ese año era premio nacional de literatura, en ese silencio Ruteño me imagino a Rafael celebrando con anís  “Machaquito”  que se fabrica cerca de la casa de su hermana de ALBERTI donde él se instalaba cuando iba a RUTE, aún quedan los ecos de aquella cerebración y no es para menos el pintor poeta llegaba a la literatura por la puerta grande con un premio nacional.

No se cómo celebraran ahora los poetas el premio nacional de poesía supongo que llamando a su editor, para que ponga la maquinaria en marcha  de sacarle rendimiento al premio (que mal pensado soy verdad).

Decía Alberti en la arboleda perdida “Casi de noche llegué a Rute , cargada el alma de olivares “llego en invierno, en un invierno lluvioso y silencioso, un lugar sobrecogedor donde el silencio llora de frio, este pueblo me cuenta un lugareño, hoy  que hace un calor infernal, me dice que en el invierno se trasforma, este pueblo blanco es sobrecogedor, de pesadilla me cuentan.

Los aprendices de poetas  como yo somos un poco “mitómanos” y nos gusta recorrer los rincones de nuestros poetas admirados, buscar el paisaje el detalle donde el poeta escribió los versos, nos emociona caminar por las calles donde el poeta dejo su huella.

Y aquí estoy en este lugar único en el planeta, pues bajo las faldas de un monte esta la republica que maneja con dulzura un Anarco patafisico  irrecuperable(Pascual Rovira) el hace años que ha hecho posible esta utopía que es darle dignidad y rango de seres entrañables a estos animales más nobles burr@s que dan abrazos  y rebuznan cantando, cerdos como Dior que gruñen de alegría, y un millón de razones que ahora me confirman que de verdad si se puede, se puede, y se vive en poesía en Rute vine buscando la huella de Juan Ramón Jiménez, la de Alberti y me encontré con un paraíso poético que está en el equilibrio del ser humano los animales y la naturaleza, todos en armonía, por eso ahora en un silencio Ruteño quiero dejar unas palabras. Gracias por todo y por tanto.

 

 

Rute 12 de agosto 2020.

 

lunes, 3 de agosto de 2020

DIARIO DE UN POETA PRECARIO

 

                ESTRECHANDO MEMORIA

 

 

Este lunes de agosto a punto de arder el mar como ardió París un día caluroso casi infernal,tumbado en un camastro como lo hacía mi madre sintiendo el frío de las losas de piedra  del portal de mi casa, en la zona que dedicábamos al garaje ( cuando el culto al coche era la única religión que teníamos los “ parias” que salimos del franquismo, para entrar en la catedral corrupta de la Democracia) en aquel suelo que ocupaba mi seat 127 hice un estudio cuando mi familia aumentaba y los niñ@s ya estaban hartos de dormir en el sofá o en las literas que siempre me acompañaron en mi vida, las literas del internado (seis año) las de la mili  y las de mi casa mi vida está presente en las alturas donde nunca concilie el sueño, solo las pesadillas me decían en cada momento quien era yo.

                Yo el hijo del mulero y a la vez también el nieto de una familia de la (cascara amarga) que de esa manera los bautizo el franquismo y sus hienas fieles, a los roj@s que sobrevivieron al genocidio Franquistas.

Esta pequeña estancia que ahora me acoge en este camastro de siglos que nos devuelve la vida a los pobres aquí descaso fresquito con mi espalda en el suelo y un viejo ventilador de tres aspas, este paisaje estrecha mi memoria, esta casa modesta que hace 40 años la hice con mis manos pues yo solo tenía eso mis manos, este lugar cerca del mar que se me cae a trozos y que  el Gloria me inundo este invierno, esta estancia fabricada con porlant  pobre y muchas ilusiones me llevan a los sueños de ayer, a mi llanto y mis risas que flotan en el mar, esta estancia siempre está en el punto cero del naufragio, se hunde en invierno pero en verano nunca me falta el olor a Jazmín del Sur, ni la brisa marina que me hizo ser marinero en tierra, sueños que yo solo comprendo y que habitan en la orilla de la memoria secretos de la vida que nunca se terminan, hoy se marchita un amor y nos deja mudos pero mañana crecerán nuevas flores seguro.

Siempre hay naufragios y tempestades pero luego nace la aurora y los San Pedros verdes me abrazan, y vuelven los sueños que nadie entiende y que solo yo construyó como hice hace muchos años esta pequeña estancia que ahora me acoge.

Anoche como hace ya unas noches un tierno corazón que duerme en la casa de al lado me despertó, es un niño fantástico que sueña en voz alta su madre hace unos días me dijo preocupada que su niño gritaba en sueños que a veces reía pero que a menudo gritaba y otras las mayoría de veces lloraba desconsolado, la madre preocupada por mí y por el niño, por mí por si me asustaba, y por el niño que ella no podía verlo llorar en sueños,-yo la tranquilice y le dije que no se asustara que esa pesadillas infantiles las tenemos muchas personas y en especial los niños quien no tuvo alguna vez una pesadilla, que te caías al vacío o que el mar te tragaba, quien no vio roto su corazón en la infancia o en la adolescencia por sueños o pesadillas, los sueños se pierden como ahora se pierde la brisa de la tarde en el mar.

Yo también de niño lloraba, y este atardecer en la orilla de la memoria recuerdo una pesadilla la más terrible que me acompaño durante años, fue en el internado en el Sur yo gritaba amargamente desde lo alto de la litera, y llamaba a mi madre amargamente.-¿ Si se rieron de mí?, mis compañeros se rieron de mis miedos de mis palabras ” mama no me dejes aquí llévame contigo a mí casa con mi hermano” eran pesadillas infantiles pesadillas del desarraigo y el dolor que siempre nos acompaña. Acabo de ver al niño que anoche gritaba en sueños, me ha mirado y le he dado un beso porque se lo que el sufre,  lo que sufre su madre, es lo mismo que sufrí yo, pesadillas  que tantos padecemos,  sueños que nos horrorizan y que nos acompañan de por vida, que nunca contamos por miedo a que se rían los compañeros, pero no hay más remedio que seguir porque seguir se vivir, pensar hablar llorar reír como dice la canción eso es vivir.

 

Peñiscola 3 de agosto 2020

 

 


domingo, 2 de agosto de 2020

Diario de un poeta en tarde de domingo.

 

 

                Domingos Melancólicos.             

                   

 

 

                Desde adolescente los domingos por la tarde nos lo llevaba bien, con los años esta enfermedad se hizo me cronifico hasta punto de ser el punto de inflexión, y formar parte de mi consulta mental es verdad que en los últimos años con quien más hable de los domingos por la tarde fue con mi psicóloga y claro esta que ella en los deberes mentales me pauto formas para superar esa ansiedad de años que sufro esas tardes dominicales, ella probó con la meditación que solo funcionaba en invierno en las tardes de lluvia pero en mi ciudad cada vez hay menos invierno , y por supuesto casi no llueve.

Tras el fracaso de la meditación me receto  largos paseos “circulares” por mi ciudad que a menudo me daban la sensación de ser un preso de mi ciudad caminando los 10.000 pasos que me señalaba mi “médium” y que me convirtió en un paseante sin causa, a veces me decía que me pusiera música clásica, otras que escuchara el carrusel deportivo me llegue a poner hasta una tesis doctoral de un amigo, todo fracaso soy un enfermo mental un poco complicado lo sé y podía estar contando horas las estrategias que he hecho para salvarme del miedo al domingo por la tarde, esta que utilizo ahora una de ellas escribir para sobrevivir a la angustia.

                Hoy domingo por la tarde me dejaron solo con mis “neuras” y me dijeron lo que hace años me dicen mis hijos ya estás de mala “leche” una expresión que aprendieron de mi madre seguro ella le decía a mí padre cuando él estaba enfadado (en bastantes ocasiones) no me pongas cara de asco, yo creo que yo herede de mi padre lo de estar enfadado en las tardes de ocio nací para trabajar como él.

YO ahora estoy con cara de oso sin saber porque,(bueno el por qué esta en el día de la semana domingo de agosto)en casa se marcharon a la playa con la “mascarilla” y 40 grados en la calle en la playa dicen se está fresquito y es ”mentira” es un tópico más de los muchísimos que tiene este país (en la playa se está fresquito mentira “podrida”)a las cinco de la tarde es un infierno y si es domingo por la tarde mucho más.

Mi hijos me dicen papa es muy raro y yo los entiendo por qué raro si soy, me gusta ir a todos los sitios cuando no hay nadie, a pasear por la ciudad cuando no hay nadie cosa que nunca consigo salvó alguna madrugada de insomnio, que me pongo las zapatillas para quitarme la ansiedad y “poner las calles “ al mar cuando no hay nadie algo que tampoco consigo por que en verano esta plena de veraneantes y en invierno de pescadores con caña (como admiro a los pescadores con su caña toda la noche contado olas son tipos raros como yo, pero tienen más paciencia)bastante más que yo que soy como me decía mi madre soy un culo inquieto, el mar en verano por las noches tiene mucho tráfico, gentes con sus maquinista de detectar metales, botellones con mascarilla y sin ella amantes que les encanta “follar” de madrugada  en la arena, y si hay luna llena hay overebooquing y ayer y hoy hay luna llena, pero todo eso lo llevo bien los peligrosos son los empleados del ayuntamiento que van con esas máquinas con esos gigantes de acero  alisando  la arena anoche casi me atropella una maquina yo estaba peleándome con el calor y el insomnio y casi me atropella una oruga metálica le pregunte al conductor si era normal ir con las luces apagadas y a las 2 de la madrugada, y me dijo que no, me pidió perdón incluso lo que me pareció raro era la primera vez que un funcionario me pedía perdón los funcionarios ya sabéis pocas veces piden perdón no sé si se lo prohibirá su convenio, este buen hombre me dijo que era un contratado un externo y que como todo contratado tenía pluriempleo, a las 2 de la madrugada pasa la máquina por la playa y a las 7 de la mañana coloca hamacas para un hotel eso si como manda la norma covid-19 que según el retrasa mucho el trabajo, en fin lo que os decía el mar es un peligro más de los que ya tengo yo.

Mi casa del mar, debía de ser terapéutica pero yo como buen hipocondríaco no consigo relajarme en ella tampoco es fácil lo único que si llevo bien es lo de la distancia social aquí estoy solo por ser raro, eso no lo llevo mal pero el domingo por la tarde hasta la distancia social se me atraganta, tanto que no me di cuenta que estoy solo haciendo la siesta y con el barbucho colocado en mi boca, en fin cuando no encuentro remedios me voy a los consejos de mi madre que cuando me veía muy ocioso y con cara de asco me decía o mejor me gritaba Joselito ¿vete al rió a tirar piedras? así que me voy a preparar y me voy al mar a tirarle piedras a la luna que esta noche hay luna llena y veré mejor donde lanzo la piedra este interminable domingo de verano.

 

PEÑISCOLA 2 DE AGOSTO 2020.