martes, 16 de abril de 2024

             Tánger ( la puerta blanca de África. )

Madrugamos para coger el Ferris, el barco que nos lleva al país vecino Marruecos, por cierto que cerca están nuestros vecinos apenas 14 kilómetros, y que de espaldas vivimos a ellos, que poca empatía tenemos con las gentes de Marruecos no me sorprende, nos pasa lo mismo con Portugal por poner un ejemplo.
Salimos temprano por miedo a la frontera, cuánto miedo producen las fronteras, las fronteras y las banderas siempre me dan escalofríos, el sol empezaba a caer sobre un Mediterráneo rizado, tomamos el primer cafe en Tarifa la ciudad de los volaos, preciosa tierra de viento y espuma, y despues de unos tramites farragosos con guardia civil, y policia Marroquí cruzamos el estrecho, la biodramina calmo mis mareos, mí cuerpo lleva, muy mal los bamboleos del mar.
Bajamos del barco y pisamos África por primera vez en mi vida, la emoción nos agrandó el corazón, me dieron ganas de hacer como el papá de Roma arrodillarme y besar la tierra, no lo hice pero si abrace a Munir, mi guía en Tánger mi Ángel laico para estos días en África venía guapísimo con su vestimenta Bereber de gala, le pregunte si siempre iba así de elegante, y me respondió que no que hoy era fiesta nacional que termino el ramadan, y que hoy era obligado ir elegante y estrenar zapatos, me enseñó sus babuchas azules guapísimas, estábamos delante del Kasbah y desde este lugar iniciamos nuestra visita a la ciudad, la brisa del océano nos llevaba hacia la Medina, las puertas de África se abrían con un olor a especias, recordé a mi madre que adoraba las especias en especial el azafrán, la maestra de las flores que es mi madre sería muy feliz en esta ciudad, la recorde y le conte a Munir lo feliz que ella seria en el zoco chico, donde comimos, un cuscús extraordinario, despues callejeamos por una ciudad en fiesta, las ciudades en fiesta no se suelen ajustar a la realidad, y nosotros queremos saber como viven los y las marroquíes Munir nos sugiere que disfrutemos las fiestas, que saboreamos un buen té con hierbabuena, en el café Central y que mañana ya tendremos tiempo, en el café no hay mujeres Marroquíes, le pregunto a nuestro guía y al oído me dice mañana te lo explico José y con esa duda nos fuimos a dormir bajo el amparo de la luna de Tánger, embriagados de emociones.
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