Diario de un cuidador inexperto
Mi madre le tiene miedo a las tormentas, y esta noche no dejo de tronar, la madrugada fue agitada, ella pensaba que estaba en el pueblo y me hizo cerrar todas las ventanas, con urgencia, me pidió que entrara todos los animales en la cuadra, y ella misma quería bajar desde el granero donde creía ella dormir a la cuadra donde están los animales, le intente explicar que estaba en Sedaví que hace mas de40 años que dejo su casa de Baeza ,no me creía, pensaba que era una de mis mentiras piadosas, le pedía a mi padre que bajara a cerrar la puerta del corral.
Y mi padre desarmado le decía Joaquina que estamos en el piso, ella mientras que los truenos atronaban la madrugada me pregunto por mi hermano, le dije que estaba durmiendo.
Se quedo tranquila después de darle un calmante, la química sirve para eso las pastillas son el recurso cuando las palabras no curan ahora se oyen los trenes de la noche, y los relámpagos alumbran la cocina ella me mira muy seria y me dice estáis todos recogidos,-si mama, luego me pregunta como esta la casa de Baeza aguantara la tormenta.
Y entonces si que tengo que echar mano de las mentiras piadosas y decirle que si que su casa es un castillo, una fortaleza que siempre resiste, por que si le digo la verdad, seguirá la tormenta en su cabeza.
Y la verdad es que ellos juntos a sus hermanos vendieron la casa, y con ello todo los recuerdos y que de aquella casa no queda nada por que la derribaron toda para hacer una construcción moderna.
Que ya no hay granero ni cuadra, para refugiar a los animales en noches de tormenta.
Ahora que oigo el gritar fe los trenes de la noche pienso en aquel paraíso que fue mi casa de Baeza, aquellas cámaras donde se secaban las piezas de la matanza cubiertas en sal con una gran piedra encima.
Y es que el tiempo paso, y solo las tormentas de junio permanecen.
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