sábado, 23 de diciembre de 2023

 DORI LA PERRA TRUFERA

Durante toda mi infancia me pase teniendo miedo a los perros, aquello era dramático para mi y para mi familia, y claro esta para todos los vecinos mi calle, yo vivía en un pueblo donde casi todos tenían perro, los perros no eran mascotas como ahora se suelen tener, por cierto que yo odio la palabra mascotas, como puede ser, una mascota un ser vivo, nunca lo “entenderé “ en mi calle mis vecinos tenían sus perros como ayuda, para cuidar sus rebaños tanto de ovejas, como las vacas.
Si también los vaqueros tenían sus perros que gobernaban la manada de terneros Periquín que era el vaquero de mi calle tenía una gran maestría para gobernar a su perro Serafín, que por cierto era la primera que en mi infancia que oía el nombre de una persona en un perro, mi abuelo no aceptaba la idea de ponerle el nombre de una persona a un perro, y criticaba siempre a Periquín , por llamarle a su “can” Serafín, yo no se si influido por la conducta de mi abuelo, pero a mí nunca me gusto el nombre de aquel perro, hoy sesenta años después no entiendo por qué la gente se empeña en poner nombres de personas a sus perros, para mi es inaceptable, que le vamos hacer estoy “ chapado “ a la antigua.
En mi calle casi todas las familias tenían perro, menos en mí casa en nuestro hogar teníamos gatos, fantásticos cazadores de ratones, y de algún gorrión que se despistaba en la higuera, los felinos me encantaban, nosotros no teníamos perro porque a mi me mordió, siendo niño el Alican que era el perro de Diego, que no era de raza pero que siempre estaba cuidando las ovejas, y que siempre ladraba sus ladridos me sirvieron años más tarde para unos versos que introduje en un poema, “ en Baeza hay muchos perros y todos ladran “.
El perro de Diego me mordió en el culo, no sé si el Alican hacia lo mismo con las ovejas, vamos que si les mordía el culo para que no se fueran del rebaño, aquel mordisco del Alican es historia cada vez que voy a Baeza me lo recuerdan los vecinos y nos echamos unas risas, mi chacha Blasa se ríe, luego me recuerda muy seria, que tuvieron que ponerme la antirrábica, yo creo que me dolió más la inyección que el mordisco del Alican.
En mi calle como os decía todos tenían perro, pero nadie tenia perra, un día pregunte porque no tenían perras, y mi madre me dijo,- Joselito porque si no seria todo una locura, se llenaría la calle de perros, - las perras se quedan preñadas Joselito me dijo mi madre un día , y claro ya entendí porque en los sacos donde metían los cachorros desaparecían, luego solo se quedaban los cachorros los machos, las hembras no les servían.
Ayer fui a ver una “caza” de trufas , a pasar un día en el campo, un día trufero, en estos días de navidad ando con muchos recuerdos en mi cabeza, estoy “ bajito” cargado de melancolía para soltar dolor nada mejor que salir, al campo y fuimos a un pueblo fronterizo entre Aragón y Valencia, llegamos al campo a tierras que hasta hace poco eran añejares que ahora están despoblados, y que los pocos habitantes que quedan han sabido buscarse la vida, hace cincuenta años un vecino, un paisano de aquellos pueblos que todavía vive y que con más de 70 años sigue trabajando la tierra el vio en su infancia, como en aquellas tierras frías en invierno , e infernales en verano, escondían un tesoro en sus entrañas, ese niño descubrió que bajo las encinas, gentes llegadas en coches desde Cataluña y hasta de Francia, con perros adiestrados sacaban algo parecido a una patata, y se las llevaban en morrales de piel para venderlas en restaurantes de Paris.
Era la trufa, un hongo que crecía cerca de las encinas, y que ahora Serafín que así se llama el niño que descubrió lo que seria su oficio, casi por casualidad, el seria trufero y ya hay una segunda generación su hija PILAR que trabaja con el, codo con codo están plantando encinas que dentro de siete años aproximadamente, albergaran en sus entrañas trufas, los dos padre e hija en un trabajo espartano, trabajan la tierra cuidan a los perros truferos y hasta un jabalí que han adiestrado.
Ayer conocí su perra Dori, una perra con las manos delanteras “ zambas” que ellos decidieron adiéstrala para recoger la trufa, Dori es una perra magnifica, ayer me acorde de las perras de Baeza, me acorde de los perros que salvan vidas en catástrofes como terremotos, los perros guías que ayudan a las personas ciegas, los mastines que cuidan los ganados, los perros que tanto nos agrandan la vida y que nos salvan de mucha soledad, viendo el collar de lana que Dori luce en su cuello y que le hizo PILAR su dueña y maestra trufera, recordé a todos mis ancestros que trabajaban la tierra, que destripaban terrones para cultivar trigo, me acordado de las gentes extraordinarias que viven en los pueblos de toda la Península Ibérica, gentes nobles hospitalarias, que no se quejan de su destino, y que aman a sus perros, que son de su familia, gracias a la vida por darme días como el de ayer, un jueves trufero.
Josi Montoro diciembre 2023.
Pina de Montalgrao.
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