lunes, 14 de marzo de 2022

 Primavera de Cardillos,Collejas,y Esparrageras.

Siempre que voy al campo vuelvo a mí infancia, yo soy hijo de un labrador de un jornalero de la tierra de secano.
En los años sesenta yo acompañaba a mi padre al campo lo hacía en primavera cuando me "liberaban en el campo de concentración dónde me encerraron unos curas que querían lo mejor para mí" cuando cruzaba aquellas verjas de hierro, aquel amurallado internado dónde dejé mi infancias era feliz sentía la libertad en mi corazón y mi ansiedad se quedaba en aquella sotanita negra que llamaban de "bragueta"por los botones que tenía de las rodillas a la garganta.
En primavera por Semana Santa íbamos a espestugar a quitar jamargos que crecían en las "camas" de los olivos.
Mi familia era pobre o mejor dicho lo siguiente, muy pobre, pero yo era un privilegiado a parte de tener la mejor familia del mundo, y cuando digo familia incluyo a mis vecinos a todas las gentes buenas de mi pueblo de mi tierra del Sur que impregnaron en mí vida unos valores que hoy conservó y que me llevan a ser lo que quiero ser, lo que aspiro a ser, un hombre bueno como lo fue mi padre.
Pero no era de eso de lo que quería hablaros hoy quería contaros, quería deciros que mi madre era una extraordinaria cocinera y mi padre un labrador fantástico, éramos pobres y lo que comíamos en mi casa era un manjar una comida hecha con productos salvajes que crecían silvestres en los campos del Sur.
Collejas cardillos, espárragos trigueros y de más hierbas aromáticas que nos daba la tierra sin sembrar.
Las collejas crecían en los márgenes de lo sembrado, en bordes de caminos al pie de los olivos cerca de las esparrageras, los cardillos estaban en las umbrías de los laeros esos lugares eran nuestro "mercado particular" mí padre cogía los cardillos pinchos con sus rudas manos y los desnudaba de sus pinchos as hojas, a mí me dejaba los espárragos y yo sentía la emoción en mi ser al cortarlos con mi navajilla "resortera" era una gran fiesta ir al campo en primavera.
Luego llegábamos a casa y mí madre ponía los manjares en agua del pozo, mientras preparaba una vinagreta para los cardillos, una tortilla con huevos del corral para los espárragos y un arroz con collejas alcachofas y caracoles, y si era domingo le hecha a unas cajas de pollo o de conejo, la cocina era una fiesta de aromas y de platós fantástico crecidos de la pobreza, para llevarnos al paraíso.
Ahora que limpio los cardillos que cogí hoy en mi huerto urbano, los cardillos que crecen entre las habas, junto a las espinacas.
Ahora recuerdo a mí madre, mientras limpio con unos guantes de piel las hojas pinchosas de la planta salvajes despreciadas, hasta el punto de llamarlas hierbas malas, yo crecí comiendo esas "hierbas malas "cocinadas magistralmente por mi madre.
Si hoy fui al campo y sentí muy cercana mi infancia, ahora preparó una vinagreta para los cardillos y los espárragos y las lágrimas se derraman por mi cara y no estoy llorando de pena si no de alegría que grande y buena es la vida.
Valencia 13 de marzo 2022.


6 comentarios

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  • Dolores Martínez
    José Montero
    Yo me siento reflejada en todo lo que as expresas de tu vida solo que yo no estuve en ese internado pero si viví siempre en el campo y mi madre era una buena cocinera.

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