lunes, 26 de abril de 2021

 

EMOCIONARTE      CARLOS DEL AMOR    (1)

 

 

 

Cuando leí este libro aparte de emocionarme sentí una envidia terrible, yo quería escribir este libro hace muchos años desde pequeño el arte me fascino, mi madre era la limpiadora de la escuela de artes de mi pueblo Baeza, en los veranos yo la acompañaba, cuando  ella hacia la limpieza, en agosto la escuela estaba cerrada y en sus salas habitaba un silencio misterioso, ella en verano se sentía como en su casa en aquel lugar, fregaba las aulas y colocaba cepos para ratones en algunos lugares estratégicos, era algo que a ella le gustaba yo le tenía pánico a los roedores, en cambio ella cuando encontraba algún ratón atrapado en un cepo  se ponía contenta, “murmuraba por lo bajito creías que te ibas a escapar  gandul” y sonreía nunca entendí su guerra contra los roedores era casi obsesiva, ella decía que un ratón mamo de su pecho cuando dio a luz a mi hermano , aunque también decía, otras veces que fue una culebra la que se agarró a su pecho una noche tórrida de agosto, su fantasía siempre me fascino, en invierno no podía ir con ella, porque yo estaba en aquel internado que me robo tantos tiempos irreparables, años huérfano de familia.

                Mi madre siempre me prometía que en verano me llevaría aquel edificio, un edificio muy pobre de fachada, los arquitectos de los años 50 solo tenían en sus mesas planos de viviendas y exteriormente el diseño de este edificio deja mucho que desear, para ser la escuela de artes de una ciudad monumental, me sucede lo mismo aquí en Valencia la escuela de bellas artes parece más una finca de pisos que un lugar para el arte, los arquitectos hacían un copia y pega en aquellos años en blanco y negro la estética era supervivencia, no podías pedir mucho en un país sin escuelas el arte tenía poca importancia.

 Aquella escuela era una de las primeras escuelas de artes que se hicieron en Andalucía el edificio que la acoge entro en funcionamiento el 2 de noviembre de 1969 se construyó en el solar del antiguo Colegio de San Benito fundado por San Juan de la Cruz.

Sustituyo a la vieja escuela de artes y oficios instalada en lo que fue una antigua cárcel, que más tarde fue reconstruido en hotel y hoy no sé qué uso tiene ese edificio, yo ya estuve en aquella escuela que conservaba toda la construcción de cárcel en aquellas celdas aprendimos muchos “chicos” a moldear el barro las “mazmorras” aun mantenían las puertas de hierro con inmensos cerrojos, alguien decía que en ese edificio se oían por las noches los gritos de los presos, cuantas historias de aquel edificio algunas veraces y otras ficticias, conservaba un halo de misterio y en las noches frías de invierno era insoportable tocar el agua “ ozu que frio”

  La educación era por sexo los chicos en unas aulas y las chicas en otras y además las chicas se dedicarían a sus labores, y los chicos a la forja, a la alfarería, el pensamiento del régimen, era así las chicas los hilos y la madeja, y los chicos el torno y el barro.

Eran casi el final del franquismo, se mantenía una disciplina espartana, férrea en todos los ámbitos todo estaba prohibido o era pecado.

Mi madre siempre cumplía las promesas que me hacia y en aquel agosto de 1970 con mis apenas 12 añitos, ella me cogía de la mano algo que a mí no me gustaba nunca quería ir de la mano de mi madre, yo me sentía un hombrecillo y mi varonil estado con mis primeros pelillos “pelusilla decía ella” en el bigote y en mis partes, hacían que me enfadara ir de su mano, algo que ahora lamento nada mas hermoso que la mano de una madre.

 Ella abría la verja de hierro de la entrada daba de comer a los gatos que protegían la escuela de los ratones más que aquellas trampas,  yo subía corriendo, saltando los escalones de dos en dos, entrar en aquella escuela era para mí lo más grande, allí me perdía yo en unas salas grandísimas sin alumnos recorriendo estancia por estancia, desde los sótanos donde se encontraban los apolos, y las majas desnudas en la sala prohibida por la censura los modelos tapados con grandes sabanas blancas que mi madre lavaba al final del verano, en aquella España donde el sexo estaba prohibido yo confieso que la primera mujer desnuda que yo conocí era de escayola, la vi en aquella lugar prohibido para los alumnos, era la única sala que no tenia ventanas los modelos estaban encerrados, bajo una gran puerta metálica cerrada con candados, yo me sentía un privilegiado en aquellas visitas furtivas de verano, y confieso también que mis primeros tocamientos fueron con doce añitos con la imagen de una venus en mi mente, fueron la primeras veces que yo moje la sabanas de franela de mi casa del Sur, si lo confieso mi relación con el arte fue furtiva y muy privilegiado descubrir el placer soñando con majas desnudas, pero en aquellas sala no solo  conocí el sexo si no que mis emociones, arraizó en mi ser una fantástica pasión por el arte, algo entro por mis ojos aquel verano que sembró mí alma de por vida por el arte, desde entonces no pare de emocionarme delante de una obra de arte.

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