lunes, 29 de diciembre de 2025

 

Los charcos del huerto de Plauto 
 
 
Está mañana gris de navidad como todos los sábados de los últimos cuatro años, me encaminó hacia el huerto, yo soy un ser humano de costumbre, de hábitos los sábados toca huerta, hoy es un día de
" Charcos" un paisano me dice pero dónde vas "con la que está cayendo" pero para mí la lluvia es una bendición, nada como el agua para la huerta, ahora que clarea miro los charcos que me llevan a la infancia, nada más grande que los charcos para un niño, las botas de agua que heredé del hijo del señorito donde mi madre trabajaba, fueron mi mejor regalo cuando llovía me encantaba pisar charcos caminar sobre el agua las calles de Baeza estaban empedradas y en sus "melladas"piedras se formaban grandes charcos que pisábamos salpicando el agua, era el gran juego, el que nos regala el cielo, en el sur el agua era bendita siempre.
Hoy fue un día especial en el huerto encharcado, hoy no se puede trabajar es día de contemplar, de disfrutar de la naturaleza, momento de ver y sentir el diálogo de las plantas, las margaritas zalameras rondando al romero, las prematuras flores de lavanda, que se derraman sobre el romero erguido, las urracas retando al espantapájaros, dialogando con su trino con las torcaces, los distintos colores de verde, el cielo ceniza, con sus alamedas grises, por donde se pasean la luz de miel de un sol de invierno, el milagro que se ha convertido vivir, lejos del griterío lejos de las voces polarizadas que gritan mentiras frente aún micrófono bien pagado, los charcos de Plauto me llevan a la infancia, a una esperanzadora infancia, donde el agua era bendita, milagrosa para la tierra.

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