Aireando el huerto de Plauto
Hoy la huerta estaba de fiesta, las ortigas bailaban en medio del surco, los caracoles bajo una teja, preparados para salir al escenario, esperando que la brisa helada se funda, por el calor de un sol de invierno deslumbrante, todo estaba preparado en el huerto de Plauto para que comenzará la función, los ruiseñores las torcazes calentando sus voces, con sus trinos y arrullos.
La vida abré sus alas, los sentidos afinan sus delicadas cuerdas, y aparecen colores imposibles, y el dulce tacto de las verduras frescas, la huerta de invierno estalla en nuestras pupilas, la tierra cuando se airea, respira profunda, aquí el planeta tiene otra mirada, desde niño envidié a los hortelanos que laboraban la tierra con una ternura, tan humildes y tan cirujanos del saber.
Hoy recogemos frutos, y siento el dolor de las alcachofas cuándo corto su flor, las rosa de invierno son testigos, en esta mañana luminosa de mí cariño por la huerta, la cosecha fue muy buena este curso, pero si no hubiese dado fruto me da lo mismo, yo sigo pasando el rastrillo peinando la tierra, contemplando el espectáculo del campo, respirando la últimas brisas de un año, del todo y la nada en esta escena de vida donde la protagonista es la tierra.
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