miércoles, 7 de agosto de 2024

 

El trueque en el huerto de Plauto 
 
 
El trueque fue durante la posguerra la herramienta para sobrevivir al hambre, junto al estraperlo fueron las únicas herramientas que le quedaron a mí familia para resistir los hachazos que daba el hambre.
Mí abuela era catedrática del estraperlo caminaba casi 20 kilómetros, bajaba de la loma a la estación Baeza para cambiar aceite por dinero, o por penicilina, que también estaba en el catálogo de lo prohibido, ella con otras mujeres al amanecer bajaban con mucho miedo, pero con la conciencia clara que la única manera de sacar a sus hijos adelante, era jugándose la vida para tratar de curar las heridas que les daba el hambre, caminaban a campo a través durante horas, luego agazapadas en la estación esperaban horas que llegará el tren sin guardia civil, para poder hacer el intercambio, muchos días volvían sin nada, otros días la pareja de la guardia civil les arrebataban la mercancía, fue durisima esa posguerra que no terminaba nunca.
El trueque estaba en mi infancia, yo cambiaba los pellejos de los conejos que mi madre mataba, conejos que eran del médico donde mi madre " servía " las pieles las dejábamos secar en las paredes del corral, y cuando pasaba el garbancero las cambiamos por un cubilete de garbanzos tostados,
Podría contaros mil historias de trueque por qué yo crecí con esa mágica manera de intercambió.
Cuándo comenze mi aventura de hortelano volví al trueque, en mi primera cosecha que fue muy pobre, pude intercambiar poco, recibí mucho de mis compañeros de huerto, ahora en el tercer cursó de huerto más que intercambiar nos regalamos entre los hortelanos nuestra cosecha, yo te regalo un melón y tú me das dos berenjenas ralladas, yo te paso fresas, y tú me das pimientos rojos para asarlos, en fin todo un mundo de intercambios entre compañeros de emociones.
Yo regalo los frutos del huerto de Plauto a mis vecinos, y ellos están encantados de que les traiga el huerto a la ciudad, el campo que decía mi padre, les traigo mi pequeño trozo de tierra a sus vidas, todos me preguntan como me va el huerto, nunca he socializado tanto, nunca había hablado tanto con mis vecinos la tierra a abierto puertas que estaban cerradas.
Hace un año mi vecina Victoria que va a cumplir 90 años me dijo José estoy cansada de que me des hortalizas tomates, todos los frutos de tu huerto,me da vergüenza no darte nada, José vamos hacer trueque, tu me das los productos de tu huerto, y yo te pasó lo que yo hago en la cocina, desde ese día soy el más feliz del mundo, el trueque ha traído a mi paladar, las mejores croquetas, los pepitos, el pisto , la cocina Manchega que ella trabaja como nadie.
El trueque a traído un intercambio de amor con mis vecinos, que duda cabe que el intercambio nos agranda la vida, la tierra es una poderosa razón de amor que abre puertas, que nos acerca a nuestras raíces a nuestra esencia de humanos, de seres que no debemos poner puertas al campo.
Ahora saboreó unas concretas de cocido, y mi vecina, disfruta con unos tomates valencianos, es bella la vida.

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