lunes, 3 de julio de 2023

 EL LAPIZ DEL SEMINARIO

Sin recambios para la palabra (escrita)
Hoy decidí buscar un imposible, Salí de casa buscando una papelería en mi barrio y confieso que no fue fácil, hace tiempo ya que cuando salgo de casa no llevo la tecnología vamos que dejo el móvil que me sirve de computadora en casa son los momentos más felices del día, cuando salgo a caminar, para andar, para cumplir con los 7000 pasos que me recomienda mí medica para salvarme de la ansiedad para retirar de mi cuerpo poco a poco los tranquilizantes que arrastro de años, las pastillas que me recetan, para poder sobrevivir en los distintos campos de concentración por los que uno va pasando en este transitar por la vida, al final uno acaba siendo un yonqui con receta, sin darte cuenta te encuentras atrapado en las pastillas, y te conviertes en un pastillero mas, mi madre ya lo era y mi padre también los últimos años de su vida no podían vivir sin las malditas pastillas, a mi madre le encantaba hablar de las bondades de los tranquilizantes, ella abandono las infusiones de Tila, para convertirse en una adicta mas, una más de los millones de personas que no pueden pasar sin la pastilla de marras, pastillas para despertarte, pastillas para tranquilizarte, y pastillas para dormir.
Pero no era de esto de lo que os quería hablar hoy me llevo a este territorio al cruzarme con mi farmacéutica que me dijo esta mañana que haber cuando me paso a recoger todo lo que me receta mi medica. Os quería hablar de la cantidad de cosas inútiles que tenemos en casa y en concreto de los bolígrafos hoy se quedo sin tinta el bolígrafo que tengo para escribir yo soy de los que me gusta escribir a mano, y además últimamente he leído ya en varios informes de salud, que escribir a mano es bueno para la salud mental yo escribo en cuadernos que compro en un chino muy amable, que tengo cerca de casa antes los compraba en la papelería que tenía en mi calle pero lamentablemente la cerraron, y me quede huérfano de papelería.
Hoy como os decía se acabo la tinta del bolígrafo que me salvaba de mis naufragios, y busque otro entre el montón que tengo en mi lugar de retiro, por cierto so muchísimos, tengo bolígrafos de empresas que trabaje, bolígrafos que me dieron las distintas universidades donde hice algún curso de poesía, bolígrafos de hoteles donde pase una noche, bolígrafos de club de futbol y hasta un par del instituto Cervantes que tampoco escriben, he empezado a probar bolígrafos en los folio reciclados y ninguno escribe, he probado un invento que me sugiere mi hijo, pasar la punta del bolígrafo, por la suela de las zapatillas, y tampoco ha funcionado.
A sí que he decidido reciclarlos y buscar recambios, toda la mañana buscando papelerías, en Valencia y resulta que no hay papelería en mi ciudad, toda la mañana buscando recambios, de barrio en barrio, en las escasas papelería que encontré me dicen que no tienen recambios, que hace años que no se vende recambios de bolígrafos que ni los bolígrafos de marca fabrican sustituciones, me han sugerido que los recicle en el contenedor del plástico, vamos que los tire, no sé si esa es una solución digna para un bolígrafo.
En fin me he rendido y he decidido escribir con lápiz, como hacía en el seminario donde estuve interno, que escribía con lápiz y goma de borrar, no sé si a ustedes les paso pero yo hasta los doce años no escribí a bolígrafo, era la edad que tenían fijada los jesuitas para poder usar la tinta, ahora no sé a qué edad escriben en la escuela con bolígrafo, ¿Qué poco se de la escuela? no sé si en realidad escriben los niños con lápiz, en fin no me voy a irme otra vez por los cerros de Úbeda, toda esta cháchara era para deciros que a mí nunca falta un lápiz cerca de mí, los uso para subrayar los libros que leo, siempre hay un lápiz entre las páginas del libro que estoy leyendo me gusta subrayar palabras frases, pensamientos me gusta dialogar con los libros escribiendo en ellos eso si con lápiz, con los lápices de mi infancia.
JOSE MONTORO
VALENCIA JULIO 2023
En una tarde de tormenta

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