jueves, 29 de octubre de 2020

 MIGUEL HERNANDEZ 110 AÑOS DE PRESENCIA.


(HIJO DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA)


Las voces de tu recuerdo nos atrapan y sigo teniendo una querencia por acento, dicen que

creciste con el SIGLO DE ORO en tu morral, dicen que tu amor era como un rayo que no cesa

un amor platónico (MARIA CEGARRA) otro amor torrencial (MARUJA MAYO) y el gran amor de

tus huesos (JOSEFINA MANRRESA).

Yo que este año camine contigo con tus mujeres en mi retina, con tu vecina y tu

adolescencia cuando llego la hora del amor Carmen Samper (La Calabasica) la costurera de tu

calle tan bella como ingrata, que te hizo sufrir los primeros desvelos por amor.

Y de amor de otro amor el de madre para caminar, por la infancia para andar por la calle de”

arriba” y perderse entre lebrillos el pozo y la higuera.

“Voy a coger la punta de la hebra

del camino”


Caminando por la senda de la madre del poeta Concesión Gilabert Giner natural de

Radovan segunda mujer del padre de Miguel Hernández coincidencias de la vida fue el mismo

caso de la madre de Lorca, Vicenta Lorca Romero, maestra de Fuente Vaqueros la madre de

MIGUEL apenas si tubo estudios, Concheta apenas sabia escribir sacada de un entorno rural

una aldea pequeña cercana a Orihuela (Redovan) ella con ese marido bastante “autoritario”.

Ella siempre tuvo complejo de inferioridad ella fue la mujer más importante en la vida

de Miguel Hernández, su padre el de Concheta como el de Miguel era tratante de ganado, ella

era “morena, color atenazado como los gitanos” Miguel las llamaba las “gitanas oscuras “de

poca salud, Concheta lucho consigo mismo “depresiones postparto” que en aquellos tiempos

se trataba como una debilidad, tuvo cuatros hijos y numerosos abortos.

Madre que fue una luchadora, protectora, muy reflejada en la poesía de Miguel

Hernández, en la prosa y sobre todo en las cartas, sugiero releer el poema- SONREIRME.

Ella fue una mediadora familiar, el paraguas de todas las tormentas de la casa de

Miguel, que vivió los golpes del padre, cuando ella se ponía entre el padre del poeta y el poeta,

el sin sentido de un mundo rural donde la disciplina la autoridad se imponía por la ley de los “

golpes y las palizas, también con la violencia verbal a gritos” y en medio de esos gritos siempre

se encontraba tratando de mediar con su ternura entre la furia de un “tratante” y la

adolescencia de un poeta.


La madre de Miguel Hernández le mandaba dinero a escondidas de su padre cuando el

poeta estaba sin recursos en Madrid, cuando estaba en la cárcel le mandaba lo que podía, ella

tampoco tenía recursos cuando finalizo la guerra, y lloro, lloró por su hijo.

“La colera me nubla todas las cosas dentro del corazón, sintiendo el martillazo del

hambre en el ombligo viendo a mi hermana, helarse mientras lava la ropa viendo a mí madre

en ayuno forzoso”

La madre de Miguel le llamaba al poeta “el Cabezoncito por su cabeza grande y por ser

cabezón, en sus ideas y en sus maneras de ser.


Y caminando con la hebra en la mano dejo a Concheta y cojo las manos de las

hermanas del poeta ELVIRA Y CONCEPCION las dos únicas hijas que vivieron pues (Conchita,

Josefina y Montserrat) murieron. Elvira Hernández Gilabert (1908) era la hermana mayor, la

que acompaño al poeta hasta la tumba en aquel sábado vísperas se Semana Santa 28 de marzo

de 1942.


Fue su “gitana oscura” siempre su ángel de la guarda la mujer del panadero fue

la más cercana al poeta, Miguel la quería mucho, ella hizo de intermediaria con el padre del

poeta, ella fue la primera lectora del poeta, la que recibía las cartas de Miguel Hernández

antes de que él entrara en la cárcel, después fue Josefina Manresa quien recibiría la

correspondencia.

La Elvira fuerte que con 14 añitos llevo la rienda de la casa, aquella niña que tuvo que

madurar muy pronto a la fuerza, la que abrió las puertas de su casa de Madrid, donde el poeta

escribió gran parte del poemario “Rayo que no Cesa” la que hablaba con el médico de la cárcel

de Alicante sobre la salud del poeta, su ángel de la guarda la “gitana oscura” que nunca lo

abandono.

Uno de los fragmentos de una carta a Elvira de Miguel Hernández

“Querida Elvira, ya estoy en Alicante, supongo que vais Josefina y tú a verme” Elvira si

llego, ella siempre estuvo, hermana compañera de fatigas.

Miguel Hernández un poeta entre mujeres se nos quedan muchos nombres en el

tintero (Encarnación hermana menor. Josefina hermanita muerta, Carmen y Gertrudis

hermanas de Josefina Manresa etc.) seguiremos recorriendo la senda de Miguel Hernández

este año en los 110 años de su nacimiento lo hicimos de la mano de algunas mujeres que

fueron muy cómplices del poeta.


José Montoro octubre 2020.

No hay comentarios:

Publicar un comentario