lunes, 27 de mayo de 2024

 

El rastrillo del huerto de Plauto 
 
 
La huerta en primavera se convierte en un ir y venir, un ajetreo de hortelanos y aprendices de huertanos yo lo confieso en mi tercer año de huerto sigo siendo un aprendiz de la tierra, la huerta necesita años de trabajar, de estar día tras días plantando sembrando y siempre te da la sensación de que estás empezando,al menos a mi me pasa que cuando cada primavera delante de la planta de tomates no se los chupones que tengo que quitar, antes de tocar la planta siento un miedo a quitar el chupón equivocado, es cierto que yo soy un indeciso y me cuesta siempre amputar un ser vivo como para mi es una tomatera, me cuesta leer la planta y ver cual son las ramas mas productivas, cuesta atar las tomateras sobre las empalizadas de cañas que monto cada año en mí parcela, yo prefiero las plantas rastreras las que ocupan la tierra y se acomodan en ella.
Yo soy hijo de un jornalero, de un agricultor que pasó toda su vida sembrando, plantando, y también podando de hecho mi padre era un magnífico cortador, de olivos pero yo no aprendí mi padre me decía Joselito mira como se hace y lo aprenderás, pero no se lo que fallaba si mi falta de atención o mi poca vocación, para trabajar la tierra, es cierto que disfruto trabajando la tierra y eso para mí es lo más importante, nada tan hermoso como cultivar la tierra y recoger sus frutos.
Pero no era de mis emociones con la tierra de lo que quería hablaros, si no de las herramientas para labrar la tierra, el huerto de Plauto tiene sus herramientas mancomunadas todas se apilan, en una caseta de hortelanos, las azadas, los es cardillos, la azadas pequeñas para quitar la hierva, todas las herramientas pequeñas, el palustre la paleta, la palestina, regaderas de todos los tamaños, hoy en día hay herramientas para todo y a mi me encantan, recuerdo que yo siempre le regalaba a mi padre herramientas, que luego el no usaba el decía que preferida, su azada la de toda la vida, su hoz para segar la hierva y el trigo, siempre me decía que sus herramientas estaban enseñadas, yo también conocí el amor por la herramienta, estos días leyendo el libro de Jesús Carrasco El elogio de las manos he vuelto a saborear ese amor por la herramienta para construir o para sembrar, este libro a agudizado mi cariño por la herramienta, y mi herramienta preferida en el huerta es el rastrillo, de lo poco que aprendí de mí padre fue a airear la tierra, a peinar la tierra con ternura, con toda la ternura que una madre peina los cabellos de sus hijos, el rastrillo es el peine de la tierra y resulta que el rastrillo es la herramienta que mas se pierde el el huerto mancomunado de Plauto, yo creo que se pierde por qué los que amamos peinar la tierra, nos guardamos el "peine en el bolsillo de atrás del pantalón" en fin que ante la escasez de rastrillos hemos soldado un mango de acero al peine metálico y hemos construido un rastrillo imposible, con el aireó la tierra entre lo surcos, mientras que espero el día de mi cumpleaños que este año me he pedido un rastrillo, si un rastrillo como regalo de cumpleaños para peinar la tierra, para airear mi huerto de Plauto.

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