viernes, 31 de mayo de 2024

 

    DIARIO DE UN POETA REFORMADO 
     
     

    Las ventajas de un poeta reformado, no son muchas, a pesar que en apariencia tienes todo el tiempo del mundo, la frase ´´tienes todo el tiempo del mundo`` no es del todo cierta nadie que viva en una ciudad en un pueblo en una aldea tiene todo el tiempo y especialmente por que tiene el mundo, y como decía mi buen amigo FACUNDO CABRAL, en el mundo hay pendejos y como también él decía, lo peor no es que allá pendejos si no que son mayoría, y las mayorías manejan el tiempo hablaremos otro día, hay muchos tiempo, el tiempo en un hospital, no tiene nada que ver con el tiempo en un colegio, o en una guardería por ejemplo.
    Por cierto las palabras como son, ahora que termine de leer LAS PALABRAS ROTAS de mi amigo LUIS GARCIA MONTERO y que estoy muy sensible a ellas a las palabras, aunque he de reconocer que yo siento pasión por las palabras y por algunas de ellas de las palabras me causan dolor, los mayores traumas y los peores momentos de mi vida, en las pesadillas de mis sueños, los momentos más terrible, están en las palabras que alguien pronuncio para hacer daño, nunca utilicéis el vocabulario para herir jamás utilices las ¡PALABRAS PARA DAÑAR A NADIE LAS PALABRAS CURAN ¡pero también son ´´mortales``.
    Ahora estaba recordando que he pasado por delante de un colegio de enseñanza infantil y prenatales, que eso ponía el cartel ,que estaba pintado encima de la palabra guardería, que era como así se le llamaba a este lugar, guardería escrito en grandes letras y pintada de negro, cada vez que recuerdo ese lugar que hace unos años era siniestro, una planta baja sin ventanas, pienso en los los niñ@s que estudiaron o mejor dicho que pasaron su tiempo, en ese húmedo local, oscuro, seguro que algún estigma les quedo a esos niños o no porque dicen que el ser humano lo supera todo cosa que yo dudo.
    Pero yo hoy quería hablaros del tiempo que pase esta mañana en un vagón de metro viajando hacia un Hospital en las profundidades de la ciudad, antes la gente en el metro charlaba, se hablaba del tiempo, del día que hacia si era bueno o malo, si hacía calor o frio, el famoso tiempo tan socorrido, que es verdad que la comunicación en un vagón de metro es difícil pero que nadie hable me parece terrible y no es por hablar es que tod@s están comunicados con las teclas diminutas de un teléfono lo máximo que escuche, entre dos chicos tu ‘’tienes cobertura’’,
    Yo sentado junto a una madre con su bebe en brazos, mientras yo le hacía carantoñas al niño ella seguía tecleando, el bebe se reía y ella lo miraba de reojo y me miraba a mi como si fuera un ser extraño, le colocaba el chupe al niño y otra vez a teclear todo el vagón tecleando, a veces encuentras alguien que lee y es reconfortante pensar que alguien se pierde en una selva de palabras escritas y camina por el territorio de un libro, pero hoy solo silencio y traqueteo yo sigo haciendo carantoñas al niño u ahora le salta el chupete de la boca y ríe a carcajadas y yo rio también y me quito la pena de un tiempo de hospital ,que me dejo en un vagón mudo, donde solo hay de ternura una carcajada infantil ,que me hace pensar que si se ¡PUEDE¡ ojala nadie le ponga el chupete a un tiempo de risa que no nos falte la risa en nuestro tiempo jamás.


lunes, 27 de mayo de 2024

 

EL OLIVO DE UCRANIA

 

Fue en febrero de 2022, jueves veinticuatro de febrero para ser más exacto, ese día yo presenciaba frente al televisor algo que jamás me pude imaginar que podía pasar, Rusia y Ucrania estaban en guerra. No podía ser, esa tragedia, no entraba en mi cabeza como nunca entendí nuestra guerra civil, y es que creo que una de las peores cosas que tiene la guerra:  es precisamente esto, que no se pueden entender, que es imposible de comprender como se puede llegar a esa barbarie, a ese embrutecimiento, por mucho que me lo explicaron aun hoy en día me cuesta pensar que un hermano puede disparar contra otro hermano, cómo se puede matar a alguien de tu propia sangre.

Ahora de nuevo en Europa se repite la historia. Europa un continente que ha sufrido muchas guerras, todos hemos visto lo que durante el siglo XX sucedió en este territorio. Dos guerras mundiales terroríficas, la guerra civil española, la primera guerra de los Balcanes en 1912, preámbulo de la primera guerra mundial, también, y la segunda mucho más reciente   en 1991 una guerra entre hermanos también, allí se sucedían atrocidades que vimos en televisión en directo, y que muchas quedaron impunes ante la justicia, atrocidades que todos fuimos testigos, que vimos en directo desde el sofá de nuestras casas , lo mismo que está pasando ahora con la guerra de Ucrania con imágenes en directo del frente de batalla , tragedias retransmitidas como si de una película se tratara es difícil de comprender

Aun viendo esas imágenes tan terribles de una crueldad inimaginable,  yo pensaba que no podía ser, que alguien con cordura en este planeta pararía esta masacre, yo tenía fe que la guerra no empezara y hasta el día anterior de la invasión Rusa a Ucrania,  negaba a mi familia que aquello estuviera pasando, esto no podía suceder en pleno siglo veintiuno, ¡ cómo podía haber una guerra entre hermanos ¡  digo  entre hermanos  y digo bien, porque hasta hace  poco, el pueblo ruso y el ucraniano compartían vidas,  en este momento hay  familias de padres ucranianos y madres rusas o viceversa, la ceguera, la soberbia que les da el poder para poner en marcha una guerra de los dirigentes políticos que llevan a sus ciudadanos a una guerra tan terrible, frente televisor no doy crédito a lo que veo a lo que sucede, como el ejército ruso y los mercenarios de un señor de la guerra (que triste que en pleno siglo veintiuno sigan  los mercenarios asesinando a seres humanos) una de las cosas peores de esta guerra  es comprender ,como se puede llegar a esa situación donde la vida de un ser humano no vale nada.

Como os decía ese día fatídico del inicio de la guerra de Ucrania yo miraba el olivo que vivía mí en casa, ya muchos años, a este veterano olivo se le empezaron a caer algunas hojitas, era febrero justo al empezar la guerra de Ucrania, yo no le di importancia, pensé que era normal y que seguro  que en primavera brotarían hojas nuevas como paso otros años,  incluso creí que florecería en abril, que  este año también daría flores, que más tarde tendria fruto, no fue así poco a poco la agonía se fue apoderando de ese viejo olivo del Sur, este año no dio flores.

 En ese momento la guerra de Ucrania se hacía más virulenta, más terrible si cabe, las calles se llenaron de cadáveres, se bombardeaban escuelas, edificios civiles, todos los días los medios de comunicación abrían sus noticieros con los partes de guerra, con el número de bajas, imágenes de civiles muertos en las calles, edificios en llamas, terrible.

 Mientras tanto el olivo de mi casa fue perdiendo las hojas, las perdía como en la guerra pierden los países sus gentes, sus ciudades, como el enemigo arrasa y toma botín de guerra todo lo que encuentra.

Yo no podía dar crédito de lo que veían mis ojos, un día giré la cabeza y vi como mi olivo estaba viendo la tragedia de la guerra como yo, apagué inmediatamente la televisión, no podía soportar tanto dolor.

Esa primavera el olivo resurgió yo pensaba que apartarlo de la televisión era una buena decisión, ojala lo hubiera hecho antes, quite todas las plantas del salón, y cada vez  recogía menos hojas muertas del  olivo,  pensé que había salvado al olivo que durante muchos años  alegro mis días, su presencia era fantástica sus ramas se asomaban buscando el sol y cada vez era más grande, nos traía a toda la familia,  recuerdos del Sur, y  cuando dio fruto por primera vez fue un acontecimiento familiar, cuando yo iba a Baeza de lo primero que hablaba con mis amigos con mi familia, era de aquel olivo que mi madre rescato de la basura y que yo le di una segunda vida en mi casa de Valencia, todos los años recogíamos sus aceitunas era como un milagro.

Mientras tanto en Ucrania la guerra continuaba, poco a poco los medios de comunicación se olvidaban de ella, siempre pasa igual con todas las tragedias que ocurre en el planeta al principio son portada de todos los informativos y poco a poco  dejan de ser noticia, en la primavera de este año cuando se cumplía algo más de un año de guerra, yo volví a tener la esperanza de que terminara la guerra y lo asociaba con el olivo de mi casa que después de una enfermedad parecía recuperarse un día me senté junto al olivo y no sé si el intuyó que aquello ya no tenía remedio  en Mayo le ampute parte de unas ramas que se habían secado, hable con mi padre que aunque se nos fue en el otoño del 2018 yo sigo hablando con el de muchas cosas, de todo lo que me sucede, pero sobre todo del campo él era un jornalero de primera, que aireaba la tierra y que conocía como nadie los olivos, en el campo hizo de todo, labro la tierra con yuntas, hacia los suelos de los olivos como nadie, fue maestro cortador, hizo de todo en el campo, fue carne de yugo que desde niño  no fue a la escuela, su universidad fue el campo.

 Él amaba la tierra, sembraba y recogía la cosecha con la emoción de un niño, disfrutaba en el campo, en verano se marchaba dos o tres días, con su capacha de esparto cargada se marchaba a las faldas de Mágina,  donde él tenía un unas estacas abandonado por sus  antiguos dueños, un añejar, desahuciado, unos olivos que compro a plazos  junto al camino de la Mesta, allí pasaba las horas bajaba al rio, caminaba distancias enormes con los cantaros cargados en la mula torda para saciar la sed aquellos olivos centenarios en ese lugar fue muy feliz.

Mí padre hablaba con todos los árboles, en el campo no sentía  soledad, es más le encantaba estar solo, dormir en un camastro bajo un olivo era su mayor placer, hablaba con los pájaros con la mula torda que no era suya que era del patrón,   la mula y el crecieron juntos, eran familia, él hablaba con  todas las plantas pero en especial con los olivos, yo lo escuche muchas veces, juntos íbamos al campo y sus ojos se le iban detrás de aquellas ramas dobladas por el fruto en verano, decía ojala que llueva en otoño y tendremos buena cosecha.

Hoy le hable de mi olivo de casa, y le pedí un remedio para su enfermedad que me diera consejos para salvarlo le conté que quizás lo que le pasaba era que el olivo veía la televisión conmigo y que juntos vimos la tragedia de la guerra de Ucrania, mi padre se quedó en silencio, en un largo silencio, -respondió él me dijo Joselito ese olivo estaba enfermo, - la guerra lo mato, morirá pronto esas fueron sus palabras.

A  si lo recuerdo ahora,  haciendo memoria recuerdo, que un día viviendo ya en Valencia fuimos juntos, a ver unos olivos que yo quería comprar, fuimos en coche el lugar estaba cercano a un campo de concentración donde estuvo mi abuelo, era en un pequeño pueblecito de la sierra de Espadán, Sonejá, en ese  campo de concentración mí abuelo me contaba que conoció al dramaturgo BUERO VALLEJO en esa zona siguen existiendo olivos centenarios que sufrieron la guerra, cerca de allí se encuentran unas trincheras de la guerra civil, se usaron en la retaguardia del frente de Teruel, están llenas de maleza, como  los olivos que fui a ver con mi padre para comprar, desde que salimos del Sur yo quería comprar unos pocos olivos para tener aceite de mi cosecha, en aquella comarca aún existen pequeñas cooperativas que muelen tu propia cosecha y te dan el aceite, era una ilusión poco rentable pero aun así  convencí a mi padre para que viniera a ver aquellos olivos cadavéricos pensé que el también compro un olivar en el mismo estado y los recupero, y tubo buenas cosechas.

Aquellos olivos  estaban enfermos,  me fije en mi padre, el no miraba los escuálidos arboles solo miraba la trinchera que está al lado cubierta de zarzas,- le dije padre mira los olivos están mal  porque los abandonaron,  porque no los labran y les falta agua, él me miro, y dijo ,-no Joselito están así porque ellos han pasado una  guerra han visto muertos,  cadáveres, sangre derramada en sus ¨ suelos ¨  estos olivos han sufrido mucho me dijo,  se acercó a uno de sus troncos,   paso la mano por el pecho del olivo, no los compres Joselito, no los compres esta muertos, el giro la cabeza, miro las trincheras, el dolor, ,- la guerra los mataron los árboles también mueren en guerra, me lo decía llorando, con lágrimas en sus ojos no dijo nada se secó con su pañuelo las lágrimas y nos abrazamos sus lágrimas se mezclaron con las mías,  llorábamos por la guerra por los olivos, por tanto dolor que nos causó la barbarie de una guerra inútil.

Subimos al coche y en silencio bajamos desde Espadan a Valencia por la carretera del mar, no dijimos nada, ni una palabra entre los dos solo silencio, yo miraba la carretera, el contemplaba el mar que esa mañana de otoño estaba embravecido,- yo lo miré, para romper aquel silencio, le dije sabes padre ,- yo no vi el mar hasta los catorce años, el no dijo nada ni siquiera me miro sus ojos estaban clavados en aquel mar, su memoria me imagino que en el Sur en la tapia del cementerio de Baeza donde fusilaron al hermano de mí abuela.

 

No volvimos hablar de ese día, nunca más ni él ni yo nunca mencionamos aquel triste viaje que hicimos juntos a ver los olivos de Espadán.

Hoy he vuelto yo solo aquel lugar cuarenta años después, he llegado por la carretera del mar, el mar que yo contemplé con catorce años, hace ahora justo cincuenta años que toda la familia salimos del Sur.

Hoy cogí el coche, tome la carretera del mar, busque el desvió de Sonejá cerca del rio Palancia, junto al molino de papel está el campo de concentración de la guerra civil española hay, en ese lugar, pare mi coche, del maletero saque el escardillo que me regalo mí padre, con el enterré el cuerpo amputado, lo que quedo de mi viejo olivo de Valencia, mi padre estaba a mí lado juntos nos despedimos del guerrero de Mágina, la guerra continua.

 

 

El rastrillo del huerto de Plauto 
 
 
La huerta en primavera se convierte en un ir y venir, un ajetreo de hortelanos y aprendices de huertanos yo lo confieso en mi tercer año de huerto sigo siendo un aprendiz de la tierra, la huerta necesita años de trabajar, de estar día tras días plantando sembrando y siempre te da la sensación de que estás empezando,al menos a mi me pasa que cuando cada primavera delante de la planta de tomates no se los chupones que tengo que quitar, antes de tocar la planta siento un miedo a quitar el chupón equivocado, es cierto que yo soy un indeciso y me cuesta siempre amputar un ser vivo como para mi es una tomatera, me cuesta leer la planta y ver cual son las ramas mas productivas, cuesta atar las tomateras sobre las empalizadas de cañas que monto cada año en mí parcela, yo prefiero las plantas rastreras las que ocupan la tierra y se acomodan en ella.
Yo soy hijo de un jornalero, de un agricultor que pasó toda su vida sembrando, plantando, y también podando de hecho mi padre era un magnífico cortador, de olivos pero yo no aprendí mi padre me decía Joselito mira como se hace y lo aprenderás, pero no se lo que fallaba si mi falta de atención o mi poca vocación, para trabajar la tierra, es cierto que disfruto trabajando la tierra y eso para mí es lo más importante, nada tan hermoso como cultivar la tierra y recoger sus frutos.
Pero no era de mis emociones con la tierra de lo que quería hablaros, si no de las herramientas para labrar la tierra, el huerto de Plauto tiene sus herramientas mancomunadas todas se apilan, en una caseta de hortelanos, las azadas, los es cardillos, la azadas pequeñas para quitar la hierva, todas las herramientas pequeñas, el palustre la paleta, la palestina, regaderas de todos los tamaños, hoy en día hay herramientas para todo y a mi me encantan, recuerdo que yo siempre le regalaba a mi padre herramientas, que luego el no usaba el decía que preferida, su azada la de toda la vida, su hoz para segar la hierva y el trigo, siempre me decía que sus herramientas estaban enseñadas, yo también conocí el amor por la herramienta, estos días leyendo el libro de Jesús Carrasco El elogio de las manos he vuelto a saborear ese amor por la herramienta para construir o para sembrar, este libro a agudizado mi cariño por la herramienta, y mi herramienta preferida en el huerta es el rastrillo, de lo poco que aprendí de mí padre fue a airear la tierra, a peinar la tierra con ternura, con toda la ternura que una madre peina los cabellos de sus hijos, el rastrillo es el peine de la tierra y resulta que el rastrillo es la herramienta que mas se pierde el el huerto mancomunado de Plauto, yo creo que se pierde por qué los que amamos peinar la tierra, nos guardamos el "peine en el bolsillo de atrás del pantalón" en fin que ante la escasez de rastrillos hemos soldado un mango de acero al peine metálico y hemos construido un rastrillo imposible, con el aireó la tierra entre lo surcos, mientras que espero el día de mi cumpleaños que este año me he pedido un rastrillo, si un rastrillo como regalo de cumpleaños para peinar la tierra, para airear mi huerto de Plauto.

martes, 21 de mayo de 2024

 

Día en Colliure, con Antonio Machado.
 
 
El tiempo pasa por nosotros, pasan los días los años hace más de cuarenta años tenía yo 25 años iba con mi compañera y con mi hijita de apenas cuatro años, llegamos muy cansados con la tienda de campaña a cuestas.
Antonio Machado fue mi poeta descubrí su poemario Soledades en el internado de Úbeda donde yo estudiaba, el día qué leí por primera vez sus versos, recordé aquel año de 1966 cuando Baeza mi pueblo se llenó de policías, en febrero de ese año se intento el primer homenaje al poeta Don Antonio Machado colocar el busto de Pablo Serrano, la policía Franquista cargó contra la gente que vino de toda la geografía Española a homenajear al poeta del sacrificio, llegaron muchos poetas de todas las partes del país, uno de esos poetas era Gabriel Celaya que fue apaleado por la policía en los portales de mi Baeza.
Yo tenía 8 años y por primera vez sentí miedo, mucho miedo, mi pueblo estaba tomado por la policía Franquista que cargaba contra la multitud que solo traía versos para leer,.
Mí madre me dejó encerrado en casa, mí abuela que no tenía ningún miedo intentó bajar al paseo no la dejaron no paso de la puerta de Úbeda del Torreón, cuando llegó a casa yo le vi su cara emocionada una emoción distinta a la que otras veces yo vi en su rostro, ella era una luchadora antifranquista, que le asesinaron a su hermano en la tapia del cementerio.
Hoy sentado al Sol en un banco frente a la tumba del poeta en el humilde cementerio de Colliure me acordé de ella, de mi abuela, de todas las mujeres y hombres que lucharon por la democracia.
Un grupo de muchachos recitaban los versos del poeta está mañana de Mayo la tramontana llevaba los versos del poeta al mar.
Hoy recuerdo la primera vez la tumba del poeta y de su Madre Ana, no recuerdo que emociones tenía aquel día,.el desasosiego de llegar al sitio deseado a veces oculta esas emociones, y no tenía ansiedad era feliz viendo como los jóvenes recordaban al poeta, y reconozco que he sentido, la esperanza perdida por tanto desapegos políticos, que en sufrido en estos últimos años, hoy a sido siempre todavía, Machado es un símbolo de esperanza para mí y ahora que escribo estás notas en pié de Paz, siento que vale la pena seguir luchando los versos en la boca de un puñado de jóvenes me han llevado a mi abuela, las emociones han cargado de razones, mi tercera vida, no sé cuántas veces volveré a Colliure, este lugar es un lugar para la esperanza no lo olvidare jamás.

lunes, 20 de mayo de 2024

 

DIARIO DE UN POETA JUBILADO
Hoy el día se levanto ventoso, no el viento poético que tanto se utilizó en la lírica, el aire que decía mi madre, ella tenía su vocabulario propio tan particular, palabras como que ‘’airaso’ hace estaban mucho en su boca, mi madre odiaba los días de aire, y eso también lo herede yo el viento huracanado que hoy sopla, y que seguro que tiene que ver con el cambio climático, alguna vez le intente explica a mi madre porque el clima ha cambiado tanto en los últimos años, pero ella no lo entendía y decía que mientras hubiera pastillas no pasaba nada, todo lo solucionaba con pastillas, aspirinas para el vendaval.
Yo no encontré química para el viento, quizás alguna metáfora poética, parapetarse, con una buena lectura siempre es una buena opción.
Que nos estamos cargando el planeta es algo que ya no se pone en duda, ahora oigo por la radio, palabras como justicia climática. Tenemos la obligación física, ética moral, de defender la tierra, el planeta no puede ser una mercancía.
Ahora desde mi ventana, miro las palmeras que agitan su melena al viento, el aire polvoriento, triste, que arrastra nuestras miserias, esa rama que danza en el descampado no es sino un miembro de nuestro cuerpo, y las hojas muertas son cabellos de plata que perdemos con los años.
Desde esta atalaya del dolor, desde esta ventana blindada del hospital, veo el jardín de mayo, y también el descampado desnudo, la vida es un jardín y un desierto a la vez, ahora oigo el sonido de las camillas que llegan por pasillos eternos, las ambulancias con el dolor en sus entrañas, y se mezclan los sonidos el viento contra los cristales, los muelles de las camillas que gritan, las sirenas de guerra que con el vendaval, enfurecen su grito, si hoy yo necesito algo mas que una aspirina para este dolor de mundo que ahora ocupa mi cabeza.

 

Manuel Gerena
Un compromiso de vida.
Ayer la vida me regaló una tarde muy especial, estuve con Manuel Gerena en mi ciudad Valencia, nuestras vidas se unieron por una pasión común, el amor por la poesía, por el compromiso de una vida más justa, Manuel Gerena fue carne de yugo, un niño que dejó la escuela a los diez años, que trabajo de todo, acabo ganándose la vida de electricista, el era un luchador, en los años duros del Franquismo un joven Manuel Gerena que escribía desde niño, puso voz a sus poemas, dio voz también a la poesía social, a los poetas del compromiso Alberti, Celaya, Otero entre otros, emergió de sus raíces el flamenco una voz muy especial, que por cierto ahora a los 78 años sigue manteniendo intacta.
Manuel Gerena, junto al Cabrero, Morente, Menese entre otros, fueron los pioneros que hicieron del flamenco una voz en lucha, ellos como los cantautores españoles, alzaron su voz contra el Franquismo, contra una dictadura brutal, sufrieron la censura las comisarías, el exilio las cárceles, ellos fueron la voz de los sin voz.
La última vez que yo vi a Manuel Gerena fue en el cementerio de Alicante junto a la tumba de Miguel Hernández nos canto por primera vez las nanas de las Cebollas, poema de Miguel Hernández que es bandera de los hernandianos que amamos al poeta, aquel día en el cementerio de Alicante escuchando la voz de Gerena, sentí que algo nos uniría por siempre, la poesía y el compromiso por una vida más solidaria,en pie de paz.
Ayer volví a escuchar en Valencia, la nana de las cebollas en la garganta de Manuel Gerena, me dejó el corazón encogido, las emociones a flor de piel, Manuel Gerena termino el concierto, con un martinete improvisado, un poema inédito cargado de memoria y de paz, que nos recordó que su voz sigue siendo una voz en lucha, por la paz, y la solidaridad.
Luego nos dimos un abrazo, y el se fue para Sevilla, este jornalero del cante, Manuel Gerena es un artesano del flamenco un ser humano cariñoso, que regala humanidad por donde va, yo solo quiero decir gracias, muchas gracias maestro por agrandar la vida a tod@s los que te queremos, hasta siempre maestro, seguiremos juntos en pie de Paz, en la barricada de la vida.

Diario de un poeta jubilado

Dice un buen amigo mío que el mejor lugar para estar es un recital de poesía rodeado de poetas,y de versos que hay muy buenas vibraciones en los poetas.
Yo que soy un poco aguafiestas, lo reconozco le digo que no exagere,le matizó que como en todos los colectivos hay sus egos que los poetas tienen su territorio y siempre creen que su voz poética es la mejor,los egos a menudo generan problemas,y le habló de las "capillitas"poéticas y le recuerdo que desde el siglo de oro de la literatura por no ir nos más atrás,desde que existieron poetas, hubo belleza,y también algunas miserias entre poetas,que llevaron al terreno de lo personal algunas de su diferencias, desde siglo de oro,la generación del 27,o de plata como le gusta decir al profesor Mainer,desde entonces hasta nuestros días han existido las"capillitas"poéticas y como decía mi madre en todos lo sitios cuecen habas,en la poesía también.
Pero mi hijo que es más positivo que yo me dice, papá hay que quedarse con el buen rollo.
Y hoy me regaló la vida un día inolvidable,día de abrazos versos cargados de emociones,hoy en una estación de tren muy especial la de Alcázar de San Juan,una de las estaciones más poética que conozco,y he de decir que este verano también,e Por Bou,sentí las mismas emociones recordando el triste exilio de Machado.
Hoy los Hernándianos recordamos a Miguel Hernández en una estación de tren,recitamos con el silbido de los trenes,con el sonido del acero,bajo los versos del poeta.
Las estaciones de tren saben,mucho de poesía los trenes también cuántos versos escritos en un vagón de "tercera"como decía Don Antonio, cuántas alegrías y cuánta tristezas en un tren,cuántos abrazos,tantísimas emociones de los que llegaron a su Ítaca,y cuánto dolor de los que salieron para no volver,donde estarán las lágrimas,donde los besos,en que andén de la vida estarán ahora dos amores diciendo hasta siempre.
Hoy quiero citar algunos nombres para darles las gracias,a los cantautores Pablo Guerrero,Amancio Prada,al extraordinario músico Luis Mendo,a la actriz Maribel Alonso,a los poetas Juan Carlos Mestre, Antonio Hernández,una lista extensiva,y a tod@s quiero daros las gracias por el día tan grande que me regalasteis.
Este diario se lo quiero dedicar a mi maestro de la vida a Francisco Esteve, él entró en mi vida hace más de treinta años,su antología para niños de ediciones la Torre de Miguel Hernández fue el "catecismo poético"de mi casa después vinieron muchas sendas del poeta,y mucha pasión por la vida y por la poesía, hoy me despedí de el con un abrazo que permanecerá de por vida en la estación del poeta.
Ahora leo en un vagón,el tren de los heridos y escribo estas palabras con todas las emociones de los Hernándianos en mis pupilas,y grito viva Miguel Hernández, viva Paco Esteve,viva la república,"antes muerto que fascista" repito lo que cantaban en el tren de los heridos los compañeros del alma de Miguel Hernández.