VERSOS DE UN POETA PRECARIO
ALZHEIMER
Mi padre era un hombre
de otra época.
Vivió anclado al pecho
de un alma fuerte,
de una flor enamorada.
Fue feliz, un hombre
feliz. Áspero como
las arrugas de la piel del olivo.
Su vida se sustentaba
amarrado a las sarmentosas
manos de una amapola.
Pasaron los años juntos
entre, la tempestad, y el hambre,
arraigados a la poderosa raíz
del cariño.
Un día mi padre, cogió mi mano
Y me dijo, llorando, tu madre
no sabe cómo me llamo.
Desde ese momento él supo
que solo tenía un trabajo,
amar, querer, sujetar su mano.
Las sarmentosas manos
de mi madre, nunca estuvieron
solas.
El ya no era nadie, sin ella,
apenas un olivo seco, muerto en vida.
aferrado a la febril y salobre nada.
Resistió, hasta que un día
de marzo, la amapola
dejo de respirar.
Un día me dijo, si alguna vez
no se tu nombre hijo,
cógeme la mano.
Y aquí estoy abrazando
una flor enamorada.
Apretando las manos,
de mi padre, que se fueron
con un alma fuerte.
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