ario de un cuidador inexperto
Mi madre hoy quería hablar de lo que fuera, estaba con animo, como el que sale a la calle un día suave de sol. Ella hoy estaba sentada en los bancos de madera de la cruz Baqueta, a la sombra de un árbol imposible, con ganas de hablar, de romper ese silencio que le ahoga, deseando de dejar el vació de su soledad, y aunque nadie lo nota ella llora y se pierde en el paisaje triste de sus días,donde flota su sombra.
Con ganas de abandonar su mundo de hoy, vació de verdades, preñado de mis mentiras piadosas,cansada y con muchos años,esperando a dios como ella dice, sin poder gritar por que no le quedan fuerzas, solo un hilillo de voz, para pedir agua, soñando con un regreso a la patria del aceite, un volver que solo existe en sus recuerdos y en su escasa memoria.
Le dije mama háblame mas fuerte, cuéntame aquella historia de tu boda, vuelve al secreto de tu amor y dime si pagaste por el la soldada,las arras del cariño donde están,
y me dice que si le estoy pidiendo las amonestaciones de la iglesia de San Pablo, que las guarda en una arquilla aquellas, tres hojas amarillas,dobladas tantas veces, que marcaron los nombres, hasta separarlos, se queda en silencio, y me dice,-joselito tu padre no pago nada a la iglesia,ni al pueblo por que los dos eramos de Baeza, solo los forasteros que se llevaban, a una moza del pueblo pagaban el tributo, y yo le digo mama estas segura,- y su respuesta contundente me dice, tres borregos pago Blas el panadero por casarse con la Ibreña,me dice todo convencida antes joselito si te casabas con un forastero, el tenia que pagar un tributo.
No se si era cierto aquello pero a ella le sirvió para estar otra vez en la puerta de San Pablo pidiéndole, a mi chacha Encarna que le leyera las amonestaciones, de boda que colgaban de la puerta de la iglesia.
Ahora la tarde cae tranquila, suavemente, como un perfume de niño, febrero se va lentamente, entre los rayos de sol que doran nuestras pálidas mejillas de invierno.
Con un pretexto inútil, con muy poco,sencillamente con ganas de hablar, volvimos al ayer, y juntos destronamos a su majestad la soledad, mañana sera otro día.
Con ganas de abandonar su mundo de hoy, vació de verdades, preñado de mis mentiras piadosas,cansada y con muchos años,esperando a dios como ella dice, sin poder gritar por que no le quedan fuerzas, solo un hilillo de voz, para pedir agua, soñando con un regreso a la patria del aceite, un volver que solo existe en sus recuerdos y en su escasa memoria.
Le dije mama háblame mas fuerte, cuéntame aquella historia de tu boda, vuelve al secreto de tu amor y dime si pagaste por el la soldada,las arras del cariño donde están,
y me dice que si le estoy pidiendo las amonestaciones de la iglesia de San Pablo, que las guarda en una arquilla aquellas, tres hojas amarillas,dobladas tantas veces, que marcaron los nombres, hasta separarlos, se queda en silencio, y me dice,-joselito tu padre no pago nada a la iglesia,ni al pueblo por que los dos eramos de Baeza, solo los forasteros que se llevaban, a una moza del pueblo pagaban el tributo, y yo le digo mama estas segura,- y su respuesta contundente me dice, tres borregos pago Blas el panadero por casarse con la Ibreña,me dice todo convencida antes joselito si te casabas con un forastero, el tenia que pagar un tributo.
No se si era cierto aquello pero a ella le sirvió para estar otra vez en la puerta de San Pablo pidiéndole, a mi chacha Encarna que le leyera las amonestaciones, de boda que colgaban de la puerta de la iglesia.
Ahora la tarde cae tranquila, suavemente, como un perfume de niño, febrero se va lentamente, entre los rayos de sol que doran nuestras pálidas mejillas de invierno.
Con un pretexto inútil, con muy poco,sencillamente con ganas de hablar, volvimos al ayer, y juntos destronamos a su majestad la soledad, mañana sera otro día.
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