Los buenos días en el huerto de Plauto.
Desde niño mí madre me enseñó a dar los buenos días siempre, decir buenos días a quien pasara a mi lado de buena mañana, decía mi madre que dar los buenos días es como darle un beso al mundo cada mañana. Siempre que doy los buenos días recuerdo a madre, cuando de niño yo iba de su mano y ella daba los buenos días a mis vecinas yo le preguntaba a ella "a qué mundo damos los buenos días"? a todo el mundo Joselito respondía ella.
Así que mí vida empieza cada día dando los buenos días al mundo. Hoy fui muy de mañana al huerto, por azares de la vida el día no empezó muy bien, no era un día muy bueno para mí, pero el día cambió con mis primeros buenos días, el mundo se pone de mí parte con el primer saludo, con el agradecimiento a la vida, en el huerto de Plauto los hortelanos y las hortelanas siempre responden al saludo, pero últimamente observo que los hortelanos más jóvenes les cuesta dar los buenos días, algunos agachan la cabeza para no saludar, yo de todas formas les doy los buenos días, algo no está pasando, cuando somos incapaces de dar los buenos días, de agradecer a la vida estar aquí, agradecer todo lo que nos da la tierra. Mi padre que era hortelano, hablaba con las plantas, con su mula, con los pájaros con la higuera daba los buenos días a todos el mundo, hoy en el huerto de Plauto me acordé de mi padre, cuando iba por la vereda di los buenos días a un hortelano joven el no me saludo, yo di la vuelta, volví a dar los buenos días en voz alta, el joven hortelano ahora sí me dio los buenos días, yo no me rendiré si tengo que dar los buenos días a alguien diez veces lo are, aunque no tenga respuesta lo haré por mi madre, por el mundo, por el labrador de mas aire, que fue mí padre, daré los buenos días y las gracias a la tierra por todo y por tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario