Cuenca patrimonio natural de la Humanidad
Tenemos la gran suerte de haber nacido en la Península Ibérica, bajo mi punto de vista toda el país debería ser patrimonio natural de la humanidad, quizás pensaréis que estoy ejerciendo de Andaluz, es cierto lo confieso soy un poco exagerado, pero os puedo asegurar qué la gran evidencia me protege, no hay nada más verídico que conocer nuestra tierra para certificar que la Península Ibérica es patrimonio natural de la humanidad.
Ayer camine por tierras de Cuenca una de las provincias de Castilla la Mancha más fecundas en arbolado y agua, un lugar fantástico cargado de cultura popular. El agua del Tajo, el Júcar cristalino que cantó el mismo Federico García Lorca, la ciudad Encantada donde nacieron sonetos de Federico la poesía está muy presente en todo el territorio, el nacimiento del río Cuervo fue nuestro lugar para caminar este último día de verano, madrugamos para caminar por tierras del alto Tajo, bajamos del mar para caminar, por las orillas del nacimiento de un río, nada más emocionante que ver brotar el agua de las entrañas de la tierra, el pequeño chorro de agua que nace, que canta y llora como un bebé recien nacido, en mis deberes vitales siempre estuvo ver nacer un río, y así subimos en Cazorla a ver nacer el Guadalquivir y bajamos a San Lucar de Barrameda para ver sus aguas en el mar, fui también a Cantabria a Fontibre en el valle de Campoo a ver las primeras aguas del Ebro, también lugar imprescindible, es donde duerme el agua de un río eterno, cuantas veces recomendamos el Delta del Ebro como lugar paradisíaco.
Hoy con los últimos calores de un Verano que se hizo interminable, tórrido de calor.
Hoy buscamos el frescor que deja brisa, del nacimiento de un río, paseamos bajo la sombra de los pinos alados, pinos rojos negros, pinos piñoneros, contemplamos las escobas de la bruja, que se mecen en los alados brazos del pino, el muérdago los arbustos cargados de fruto rojo el "pan del pastor", el agua saltando jugando como niños, el rumor del agua como banda sonora, el aire que mueve los infinitos chopos, creando una sonata dulce, la luz que se desliza entre las hojas húmedas del avellano, la naturaleza es nuestra gran aliada. yo necesitó al menos una vez al mes perderme en los bosques de la península Ibérica es mi receta para sobrevivir, en este tiempo embrutecido solo la tierra salva la humanidad, ahora tumbado en la hierba fresca después de una larga caminata, veo la luz que se abre paso entres las hojas del paraíso, doy las gracias por poder disfrutar de este lugar que es patrimonio de la humanidad al menos para mí, gracias a la península Ibérica por todo lo que nos da. ahora solo tenemos un deber cuidarla.
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