lunes, 10 de abril de 2023

 UN ANGEL “laico” EN BAEZA

(50 AÑOS DE MEMORIA)
Hace apenas cuatro meses en las navidades del año pasado me sucedió algo que para mí agnóstico con “con carnet” fui a la presentación de la antología de POETAS DE JAEN Sentimiento andaluz, coordinada por mi amigo el poeta Manuel Ochando, era para mí un día muy especial, llegamos al Sur en un viaje muy accidentado cargado de emociones como cada vez que viajo al Sur llegamos con prisa y con el estomago desconsolado, con desconsuelo como decía mi madre, y buscamos lugar para comer.
A mí me gusta siempre ir a sitios que están instalados en mi memoria como rincón de confort, y suelo visitar los lugares donde viaje con mis padres que aunque ya no están, no se fueron nunca, siempre vuelvo para tener su presencia y sobre todo cuando voy a comer, mis padres por su economía comieron muy poco fuera de casa, mi padre festejaba siempre las comidas de mi madre y me decía cada vez que comíamos juntos en su casa.- Joselito esta comida de tu madre cuánto vale en un restaurante ,- yo sonreía mientras mi madre protestaba con altanería,- ella le decía a mi padre a ver si me llevas algún día a los restaurantes de Baeza que va tu hijo, que tengo ganas de que me pongan el mantel y el plato.
Ahora siempre que como fuera de casa llevo a mi madre conmigo. Ese día de diciembre que os contaba íbamos cerca de los cerros de Úbeda, donde me voy yo siempre que recuerdo a mi familia, ese día de Diciembre comimos en los portales de Tundidores en un lugar muy emblemático para mi, pues en lo que ahora es un restaurante durante muchos años fue una churrería, que según mi madre hacían los mejores churros del mundo, mi madre empleaba mucho la palabra Mundo para enardecer lo que era su vida, ella que no fue jamás a ningún sitio, que no subió ni en un avión, ni barco ni siquiera en un autobús del Imserso, y no fue por falta de ganas, mi padre no quería viajar nunca decía que como en casa no se estaba en ningún lugar, solo tuvo dos sitios, BAEZA Y SEDAVI, fueron sus únicos lugares en su Mundo.
Ese día de Diciembre soleado comimos en una terraza de los Portales, nos pusieron el mantel y nos trajeron una cestita de pan, mientras que contemplaba el Sol de invierno, el cielo del SUR tan alto siempre, se acercó una perrita anciana negra con ojos llorosos, le arrastraban sus mamas por el suelo estaba famélica, yo siempre tuve miedo a los perros desde que era niño que el Alicán, el perro de Diego mi vecino el panadero de mi vida, desde que me mordió con apenas cinco añitos yo tuve miedo a los perros, miedo que me acompaña siempre alguna vez trate con mi terapeuta esos miedos, que ahora no quiero que me quite nadie, tengo miedo, de no tenerle miedo a los perros.
Aquella perra no era tal, era un Ángel
Laico lo descubrí aquel día en su mirada, aquella noche de diciembre, que pase en vela hablando con esos ojillos llorosos y con el hambre canina de aquel Ser, qué me llevaba a la angustia de la posguerra, ese sobrevivir de mis seres queridos, aquel miedo al hambre.
Recuerdo que le hice una foto mientras tragaba el pan mojado en salsa de Albóndigas, una foto que entonces no quedo grabada en la memoria de mi móvil, me pareció misterioso que en lugar de la imagen de la perra apareciera una pequeña luz entre grises y sombras, entonces no escribí nada quería tener la imagen que ilustrara esta historia.
Este sábado de Gloria pasado volví a comer en Tundidores y nada más poner el mantel y la cesta del pan apareció la misma perra famélica con los mismos ojos y las mismas hambres con sus mamas arrastrando por el suelo.
Sentí un escalofrió al ver al animal no podía ser verdad cinco meses después aquel Ángel laico llegaba a mí mesa y me miraba como miran con los ojos del hambre, moje mi pan en la salsa de albóndigas que eran como las que hacia mi madre ,y lo compartí con ella con esa perra vagabunda, le hice una fotos con dos cámaras distintas, y hoy lunes de pascua cuando escribo estas líneas, y busco la imagen, no están, las imágenes del hambre no las graban estos aparatos tecnológicos ,el hambre no tiene cara solo dolor, no encuentro explicación, no es un misterio, o si lo es, ahora solo encuentro sombras las sombras que deja el hambre en la memoria de los hombres.
JOSE MONTORO
VALENCIA , LUNES DE PASCUA.

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