lunes, 3 de marzo de 2025

 

700 artículos en el Blogspot.
 
 
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Os regalamos este artículo dedicado a la amistad de dos valencianos ilustres, 
Miguel Hernández y Ricardo Muñoz Suay
 
MIGUEL HERNÁNDEZ VALENCIA JULIO 1937
 
 
RICARDO MUÑOZ SUAY MEMORIA DE UNA AMISTAD
 
 
Miguel Hernández asistió al II congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura celebrado en Valencia del 4 al 17 de julio de 1937.
Hernández participo en ese congreso, y sobre todo se interesó por conocer los movimientos culturales, de otros países, Chile, México, al congreso asistieron intelectuales de todo el mundo y era una ocasión única para intercambiar inquietudes culturales, el país estaba en guerra, una guerra civil, donde uno de los primeros asesinados fue Federico García Lorca, aquel asesinato dejo conmocionado al mundo entero, después de un año de su asesinato en Granada en su Granada. La figura de Lorca seguía presente, fue tan terrible el final del poeta, su tortura y asesinato por el bando Fascista, marco sin duda a toda la ciudadanía del mundo, en especial a todos los intelectuales y artistas, todos sin duda se posicionaron en favor de la cultura.
Esta mañana de Julio de 1937 MIGUEL HERNADEZ el poeta pastor “que encontraba metáforas por las montañas ardientes y blancas de Alicante” tocaba la puerta del caserón de la calle Concordia de Valencia donde tenía su despacho el jovencito Ricardo MUÑOZ SUAY, el hijo de un médico Liberal cercano a la burguesía Valenciana, era uno de los militantes más jóvenes del partido comunista militante de la (FUE) Federación Universitaria Escolar.
Ricardo Muñoz Suay era uno de los dirigentes más jóvenes, su nivel cultural era muy elevado desde su adolescencia conocía a miembros ilustres de la INSTITUCIÓN LIBRE de ENSEÑANZA el de la mano de su padre frecuentaba las tertulias de los cafés valencianos y madrileños desde los 14 años allá por 1931 viajaba con su padre el doctor Carbonero,
En Madrid de la Republica vio a Miguel de Unamuno a Federico García Lorca los vio en las tertulias en compañía de su padre, el hijo del médico coleccionaba imágenes, escenas, presencias de los más ilustres de la poesía , de las humanidades, el que mas impresiono a Ricardo era Valle Inclán lo marco de por vida, el hablaba de la primera vez que lo vio, que lo saludo, decía Muñoz Suay, que fue como abrazar a Dios-
Aquella mañana de julio de 1937, el poeta abrazaba al compañero, al camarada Ricardo Muñoz Suay el poeta de Orihuela traía noticias de sus ocupaciones culturales en el frente, en el ejercito republicano, era como hacer balance de mas de un año de guerra, de la política cultural, MIGUEL HERNÁNDEZ quería conocer como abordaban los organismos universitarios las estrategias culturales que tan bien conocía Muñoz Suay.
En realidad, lo que quería Miguel era conocer a se joven de 20 años, del que tanto le hablaron el último año.
Contaba Ricardo que el poeta de Orihuela apoyado en los hierros desgastados del balcón del caserón de la calle Concordia en Valencia, decía Muñoz Suay “Miguel habla y a veces ríe, con una carcajada de africano, que deja ver su dentadura blanquísima, enorme. Miguel Hernández moreno, pelado, pantalón de pana, camisa militar, y unas alpargatas valencianas, Hernández el hermano de las palabras, que las encontraba bajo la tierra” Miguel y Ricardo van a una taberna de la plaza de la virgen, Ricardo pide una cerveza, Miguel prefiere un baso de limonada, juntos caminan por la calle de los fueros, y Miguel se para delante de un árbol, le dice a Ricardo “crees que puedo subir a la copa de este árbol, Miguel Hernández se subía a los arboles cuando llevaba demasiado tiempo pisando asfalto de las ciudades” decía el poeta, necesito respirar naturaleza, MIGUEL HERNÁNDEZ necesitaba los aromas mas sencillos y volátiles, eran su oxigeno primigenio el de los campos de Orihuela.
En la cárcel de Ocaña donde encerraron a Ricardo Muñoz Suay en 1945, ingresado después de ser detenido, tras seis años en un zulo, fue apresado en 1946, condenado a muerte, recluido en la cárcel de Ocaña en la misma cárcel donde estuvo preso Miguel Hernández.
Contaba Ricardo con mucha emoción, que en la cárcel de OCAÑA el escribía en la misma mesa que lo hizo el poeta Miguel Hernández.

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