Sedaví memoria de una tragedia
Los domingos por la mañana, los tengo agendados durante ya hace mucho tiempo en Sedaví, con los años mi familia se fueron marchado poco a poco, sin irse nunca de mi vida, yo nunca fui de cementerio, siempre pensé que a los seres queridos hay que quererlos en vida, pero es verdad que con los años uno también va cambiando, yo suelo hablar todos los días con mis padres, pero además los domingos soleados por las mañanas, voy al Campo Santo de Sedaví hace ya más de tres meses que el cementerio permanece cerrado desde aquel fatídico día de octubre, cuándo el pueblo entero quedó anegado por la barrancada también el cementerio, el primer mes la urgencia el trabajo de limpieza era los hogares que quedaron desbastados las personas que fallecieron en Sedaví me contaron que le dieron sepultura como pudieron, los familiares de las víctimas de la Dana no pudieron dar una despedida digna a sus seres queridos, el trabajo abrumador hizo que se olvidará en los días señalados la visita al cementerio.
Han pasado ya más de tres meses, tres meses pidiendo la dimisión del presidente Mazon, que para mí es uno de los responsables de las muertes de esta terrible tragedia.
Hoy domingo, un día soleado de febrero callejeando por las calles de Sedaví, por las afueras donde cientos de automóviles siguen amontonándose, la tragedia sigue patente en cada calle, un paisano me dice -' esto va para muy largo? Y es cierto queda mucho por hacer, he pasado por la puerta del instituto de enseñanza media que fue un lugar muy simbólico para la ayuda para los voluntarios, en las aulas se repartió comida, se utilizaron para el apoyo psicológico de los vecinos, se utilizaron para almacenar donaciones,las aulas estuvieron abiertas día y noche,las aulas se convirtieron en la casa de los voluntarios, que llegaron de todo el país, hoy el edificio está desierto, sus paredes todavía con secuelas de barro, con un silencio extraño, he caminado hasta el cementerio sus puertas dañadas permanecen cerradas, me he sentado en un banco bajo los árboles que llevan al campo Santo, recordando que hay un antes y un después en la vida de este pueblo, la Dana se llevó las vidas de sus vecinos, no se cuándo se volverá a ésa normalidad deseada, pero lo cierto es que la recuperación es muy lenta, después de tres meses, el miedo sigue presente en los rostros de los vecinos que caminan en silencio como zombis, ojalá sea mas pronto que tarde, cuando se abran las alamedas de la vida y podamos abrazarnos sin el dolor que ahora sentimos.
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