lunes, 16 de septiembre de 2024

 

La poesía en el huerto de Plauto 
 
 
 
Hoy comenzamos el huerto de invierno, es uno de los trabajos más duros que da la tierra, labrar el huerto y comenzar de nuevo la aventura de sembrar, para recoger, si no viene un pedrisco, una helada o un viento huracanado, que arrase con todo, está mañana tenía motivos personales dolorosos y un fuerte dolor de cabeza, rápidamente he cogido la filosofía del labrador de más aire qué era mi padre, he escuchado su voz -, Joselito ya lo sabes cuándo tengas problemas de cabeza coge la azada y labrar la tierra, ponte descalzo en la tierra y rompe a sudar, se te irán todos los males, todos los miedos pasarán y así fue, hoy tocaba plantar las alcachofas, para mí esas plantas son mágicas o mejor dicho son pura poesía las renuevo cada cinco años, y este año tocaba.
La mente y los sueños son caprichosos y selectivos, ayer estuve leyendo una antología de poetas Árabes desde Al- andalus hasta nuestros días y soñé con versos amorosos de magníficas poetas, y como ando un poco influenciado por el magnífico trabajo literario de mi paisano David Ucles La península de las casas vacías, hoy he plantado versos de poetas Árabes, poemas con estacas con ojitas verdes de Wallada, de Aisa y de la poeta Palestina Asmara, los he plantado invocando a mí inseparable poeta palestino Mahmud Darwish,no puedo olvidar aquellas charlas con el en el Escorial en el 2004 en extraordinario encuentro de poetas del mundo yo le preguntaba por la paz en Palestina y el decía la paz es para todos, y de todos, y si todos no estamos en pié de Paz la guerra sera eterna.
En tiempos de genocidio en Gaza, donde un volcán de sangré inocente desliza sus muertos por las grietas de la tierra, estar aquí en esa misma Tierra, en el huerto de Plauto, plantando versos, en este planeta donde el dolor funde las vidas de seres inocentes aquí labrando la madre tierra, con mí pies descalzó, con las palabras de Darwish en mi memora y los versos de Asmara en mi boca, aquí estoy en pie de paz plantando poemas o Alcachofas ahora no distingo de materia la poesía nos salvará, de tanto dolor y si no me salva al menos me adra sosiego, amor para sobrevivir en este mundo en guerra.

 

Septiembre en el huerto de Plauto 
 
 
La nostalgia en el brocal de la alberca.
 
 
Al final de mí infancia, cuándo abandone mi niñez, apenas con diez años,  los finales del verano eran tristes, mí hermano y yo nos sentábamos en el filo de la alberca de la huerta de Rascaviejas, el agua empezaba ha estar muy fría, y los dos nos secábamos al sol tiritando de frio, recuerdo que mí hermano encontró en el fondo del agua un manojo, un puñado de lana de oveja, en esa alberca se lavaban al principio del verano la lana de las ovejas, los hombres esquivaban a la ovejas, y las mujeres lavaban la lana entre coplas y risas, mi padre preparaba la choza que durante dos meses, nos daría cobijo, los baños en la alberca, y las largas noches de Verano, son inolvidables las tardes leyendo el único libro que yo tenía, en la primera hoja tenía el nombre del médico donde mi madre " servía " las paginas amarillas con manchas de sandía, eran mi pasaporte al mundo, Julio Verne me acompañaba todo el verano, la vuelta al mundo en ochenta días agrandaba mis veranos.
Cuando agostó agonizaba mi padre recogía los restos de las plantas de tomates, melones y sandías y las echaba dentro de la choza, no lo olvidaré nunca era el último domingo de Agosto, mi padre nos decía insistentemente no os dejéis nada dentro de la choza, y no nos podíamos dejar nada, porque nosotros nada teníamos, o mejor dicho nosotros eramos ricos estábamos llenos de emociones, teníamos una colección de noches estrelladas, lunas llenas, y muchos sueños que dejábamos dentro de la choza, mi padre encendía el esqueleto de una planta de maíz y como si fuera una antorcha la dejaba dentro de la choza,el fuego rápidamente se extendía a las en las costillas de aquella construcción provisional, el humo salía por el techo arciprestado de la que fue nuestra morada en verano, y mientras crujían las cañas de la estructura mi hermano y yo mirábamos el fuego, mi padre echaba los restos de plantas secas, al fuego, los tres en silenció sabíamos que algo muy hermoso había terminado era el final del verano.
Luego llegaba septiembre y yo volvía al internado, volvía a vestir mi cuerpo de angustia, de ansiedad la sotana negra que cubría mi cuerpo, las eternas horas de estudio, en la capilla donde cada mañana me obligaban a ir, a rezar el padre nuestro, hay yo veía el globo de Julio Verne y deseaba qué el viniera a por mí.
Hoy septiembre recogiendo las últimas plantas en el huerto de Plauto bajo la Morera que me da sombra volví a ver el globo de mi infancia, sentí que el tiempo se escapa entre los dedos, que la vida es buena, la tierra se vuelve a labrar, que pronto nacerán nuevas flores que seguirán agrandando la vida, la vida ese paréntesis que decía el poeta.

viernes, 6 de septiembre de 2024

 

La hierba ( Mal buena)
 
 
 
En el huerto de Plauto 
 
 
 
 
 
Llegó el final del huerto de verano en el huerto de Plauto, es el momento de dejar descansar la tierra, los seres humanos, los seres vivos necesitan descansar, necesitamos descansar todos, para el mundo, parar el planeta necesitamos parar y contemplar la tierra, el campo necesita descanso.
En el huerto de Plauto llegó el momento de quitar las plantas, que ya cumplieron su labor, las plantas dieron fruto, algunas muy bueno, otras no tan bueno este año por ejemplo los melones se quedaron pepinos o fresquitos como decía mi madre, en mi casa desde que llego la nevera no había fruta mala mi madre decía que tenia fruta dulce y frutos fresquitos, los fresquitos fueron los que yo comí durante toda mi vida eran los frutos que no se podían comer, y tampoco se podían vender, por tanto mi padre no los vendía no los comíamos en casa, era la fruta fresquita que comíamos en casa, melones pepinos con un poquito de miel qué le ponía mi madre, en mi casa no se tiraba nada la fruta que sobraba se le hecha a las gallinas o al lechón que criamos para sobrevivir en invierno.
Yo tampoco tiro nada he cogido las últimas diminutas sandías, y los melones pepinos y los tengo en la nevera me los comeré fresquitos con unas gotas de miel, a veces tiro algún desechó y me siento muy mal, siempre escucho la voz de mi madre Joselito la fruta no se tira, igual que tampoco se tira el pan yo lo guardo para hacer migas, mi madre le echaba a las gallinas la fruta que sobraba la piel de la sandía y del melón bien roída, era una fiesta ver a las gallinas y a los conejos comerse aquella piel de melón.
Hoy recordé a mi padre en el huerto de Plauto que hacer con la hierba si no tengo conejos ni una la mula torda, hoy llevando la hierba al lugar del compostaje me pareció ver una manada de gallinas de conejos de tras de mi, oía su canto, oía el relincho de la yegua de Rafael pero me di la vuelta y no vi a nadie, estaba yo solo en el huerto de Plauto, quizás por unos momentos me vino a visitar la nostalgia la infancia, es lo que tiene recordar, ahora estoy aquí solo con un carro de hierba perdido entre los recuerdos y el presente, pidiéndole consejo a la voz sabía de mi padre que me dice Joselito ponte a la sombra de la higuera que hace mucho calor, que vas a coger una insolación.
Y aquí estoy en el huerto de Plauto, a la sombra de un árbol sabio,refrescando mi boca con el agua del viejo botijo de arcilla.

 

El gato de Plauto 
 
 
 
La fauna del huerto de Plauto es muy extensa, tienen su propia república, aunque he de decir que cada miembro de este estado terrenal, va a lo suyo el territorio es compartido pero cada uno tiene su espacio, ellos tienen sus propias leyes aprobadas en asamblea, leyes que no cumplen, casi nunca por ejemplo está prohibido cantar a la hora de la siesta del canónigo,o del cordero como queráis llamarla, pero las cigarras la incumplen de una manera fragante, en verano cantan desternillante, gritan al sol en un coro insoportable, las tórtolas zurean saltándose la ley que dice que a las la horas de la meditación, se tiene que guardar un riguroso silencio, hasta el viento se mantiene en silencio en ese tiempo sagrado.
El silencio es el Dios del huerto de Plauto se puede laborar la tierra pero sin romper la partitura que marca el trabajo de la tierra, el silencio es la ley mas sagrada en la república faunística del huerto, las lagartijas se deslizan en verano en silenció, e invernan también en riguroso silencio en los meses fríos que ya casi no quedan, solo en la pandemia se respetaron las estaciones en el huerto de Plauto, los caracoles y las hormigas laboran y duermen en puro silencio son de los pocos habitantes que respetan el silencio en la tierra, aunque el mes pasado se amonestó a un caracol que en estado ebrio le dio por cantar rancheras en la hora de la siesta, no paraba decantar cielito lindo de manera gangosa, hay problemas en el huerto con la fauna a las gallinas les ha dado por publicitar su página wwwet a fuerza de cacareos, y el gallo desde que tuvo ese ataque de ansiedad no quiere salir de la madriguera de los conejos.
Hoy decidí por fin hablar con el gato Cicerón que es uno de los sabios de la fauna del huerto de Plauto uno de los viejos republicanos que siempre fue muy sensibles a las normas de la república, un gato sensato al que por cierto quería contarle que el últimamente los gatos, los felinos del huerto que están a sus órdenes ya no cazan ratones, ni topillos, ahora comen tomates cherry, y fresas, me he acercado al salo de Cicerón para hablar con el, y lo he visto degustando una sandía roja, el huerto de Plauto no tiene remedio la república se va al carajo, el realismo ya no es ni siquiera mágico.

 

Cien años del poeta Vicente Andrés Estellés 
 
 
Esta semana se han cumplido cien años del nacimiento del hijo del panadero, Vicent Andrés Estellés poeta extraordinario mejor persona lo conocí en una tarde lluviosa de Octubre de 1983, su compañera Isabel y el poeta me abrieron las puertas de su casa, vivían en Ceramista Ros, en una humilde vivienda preñada de libros, yo tenía 25 años, era un joven aprendiz de poeta , como lo sigo siendo ahora, un aprendiz de poeta que quería conocer a un maestro de la poesía, en aquéllos años uno de los sueños de este aprendiz de poeta, era conocer el taller poético, la casa donde escribía el poeta mas grande del país Valenciano, no pensaba desde luego que me fuera tan fácil.
Desde el primer día me abrió la puerta de su casa, y las tuve siempre abiertas fueron diez años de amistad que no olvidaré jamas, recuerdo que la primera vez que hable con Vicent estuvimos casi dos horas hablando de poesía, hablamos de muchos poetas de los de la generación del 50, y especial de Ose Hierro que por cierto estuvo viviendo en Valencia, Vicent me preguntó que leía yo y le dije que Antonio Machado y Miguel Hernández, el se quedó en silencio y le brotaron unas lagrimas, el me dijo qué estuvo frente a la tumba de Miguel Hernández en Alicante, frente al nicho donde estaba enterrado entonces el poeta, emocionado me habló de Miguel Hernández durante un buen rato se veía muy afectado la guerra y la posguerra que duda cabe había marcado la vida y la obra de V. A, Estellés un poeta de una extraordinaria sensibilidad.
Años después en 1990 yo descubrí la elegía que V.A.Estelles escribió a Miguel Hernández en su visita al cementerio de Alicante en febrero de 1960, frente al nicho1009 Vicente Andrés Estellés escribió una elegía extraordinaria cargada de una sensibilidad infinita, estos versos finales que os dejo aquí escritos por el poeta.
Este poema que he recitado siempre que voy al cementerio de Alicante, estos versos que para mí une a los dos poetas Valencianos más grandes del siglo XX, estos versos son mi pequeño homenaje, en el centenario del nacimiento del hijo del panadero.
No he traído un jazmín, un geranio.
Te he traído más silencio Miguel.
De rodillas he tocado con la mano tu nombre en la losa.
No me olvides, Miguel yo Te lo ruego.