martes, 5 de agosto de 2025

 

Ventanas de la infancia  
 
 
Hoy como todos los lunes, al leer la prensan, la contraportada del periódico donde todos los lunes mi amigo Luis García Montero publica su magnífica columna, y que yo leo apresurado, los lunes que siguen siendo días raros a pesar de llevar unos años jubilado, los domingos por la tarde y los lunes son días extraños, la lectura me salva de esa ansiedad, de una rara soledad que me atrapa cuando menos me lo espero.
Hoy Luis nos dio un trabajo muy especial, proponía un ejercicio de imaginación, de memoria, nos pide que busquemos una ventana, las ventanas mas importantes de tu vida.
Mi memoria se marchó impulsivamente emocionada a mi infancia, a la ventana del internado del seminario en los días de invierno cuando el frio rasgaba los cristales, yo miraba los árboles que emergían frente al muro, las hojas azotadas por el vendaval, yo pensaba que mi madre estaba allí, mirándome a la cara, diciéndome no llores Joselito, pronto estaremos juntos, pero ella no estaba, yo recordaba los días de verano en la ventana del granero viendo la luna, y contando estrellas junto a mi hermano, podría escribir una novela de miradas de ventanas, pero yo ahora te propongo busca tu ventana, seguro que la tienes ese espacio que te hizo soñar y quizás también llorar, la vida sabe mucho de emociones, las palabras soñar y llorar van muy juntas y las dos palabras son buenas.

 

En pie de paz
Desde el huerto de Plauto 
 
 
Hoy comenzó la primera página de este mes de Agosto en la huerta, hoy viernes primero de mes, estos días son extraños en el huerto, se cierra un ciclo del huerto de verano, de un verano cada vez más precipitado con el cambio climático la tierra anda despistada.
Está semana estuve en la zona cero de la Dana por fin pude ir al cementerio de Sedaví para hablar con el labrador de más aire, mí padre fui a felicitarle, por su cumpleaños, y de paso para ver lo que quedó de su huerto de la Torre, el paisaje no era tan desolador como los meses anteriores, la tierra tiene un gran poder de recuperación, los hortelanos tienen una gran resiliencia, ellos han empezado a reconstruir los huertos sin ninguna ayuda, empezaron por salvar lo que sobrevivió de la catástrofe, las hogueras y las parras, ya lucen un verde esperanza que alegra un poco la vista sacaron con mucho dolor, todo lo que la Barrancada convirtió en basura, llegaron muchos recuerdos, pero también productos tóxicos llegados de los polígonos industriales la tierra está inservible, todo es un lodazal las acequias del agua están destrozadas, se tiene que reparar y reponer la tierra, traer tierra fértil para poder volver a sembrar nadie sabe cuando llegará esa tierra ni de donde vendrá, nadie sabe cuándo se podrá plantar en los huertos de la Torre, la Barrancada sembró de muerte los campos, se perdieron la cosecha, y lo peor se perdió la tierra.
Hoy sentado en el huerto de Plauto viendo las parras, las higueras recuerdo a mí padre que fue un niño de la guerra, que sufrió la posguerra, un labrador con mucha resiliencia, nunca se rindió.
Ahora el me acompaña mientras paso el rastrillo y aireó la tierra hoy cerré la cosecha de Verano, recogí los últimos tomates, ahora toca comenzar de nuevo, preparar la tierra para volver a sembrar en septiembre, ojalá que para esas fechas los hortelanos de La Torre tengan tierra, la tierra nos da esperanza que es lo último que se pierde me dice ahora mi padre.

 

ESTRECHANDO MEMORIA
 
 
Este lunes de agosto a punto de arder el mar como ardió París un día caluroso casi infernal,tumbado en un camastro como lo hacía mi madre sintiendo el frio de las losas de piedra del portal de mi casa, en la zona que dedicábamos al garaje ( cuando el culto al coche era la única religión que teníamos los “ parias” que salimos del franquismo, para entrar en la catedral corrupta de la Democracia) en aquel suelo que ocupaba mi seat 127 hice un estudio cuando mi familia aumentaba y los niñ@s ya estaban hartos de dormir en el sofá o en las literas que siempre me acompañaron en mi vida, las literas del internado (seis año) las de la mili y las de mi casa mi vida está presente en las alturas donde nunca concilie el sueño, solo las pesadillas me decían en cada momento quien era yo.
Yo el hijo del mulero y a la vez también el nieto de una familia de la (cascara amarga) que de esa manera los bautizo el franquismo y sus hienas fieles, a los roj@s que sobrevivieron al genocidio Franquistas.
Esta pequeña estancia que ahora me acoge en este camastro de siglos que nos devuelve la vida a los pobres aquí descaso fresquito con mi espalda en el suelo y un viejo ventilador de tres aspas, este paisaje estrecha mi memoria, esta casa modesta que hace 40 años la hice con mis manos pues yo solo tenía eso mis manos, este lugar cerca del mar que se me cae a trozos y que el Gloria me inundo este invierno, esta estancia fabricada con porlant pobre y muchas ilusiones me llevan a los sueños de ayer, a mi llanto y mis risas que flotan en el mar, esta estancia siempre está en el punto cero del naufragio, se hunde en invierno pero en verano nunca me falta el olor a Jazmín del Sur, ni la brisa marina que me hizo ser marinero en tierra, sueños que yo solo comprendo y que habitan en la orilla de la memoria secretos de la vida que nunca se terminan, hoy se marchita un amor y nos deja mudos pero mañana crecerán nuevas flores seguro.
Siempre hay naufragios y tempestades pero luego nace la aurora y los San Pedros verdes me abrazan, y vuelven los sueños que nadie entiende y que solo yo construyó como hice hace muchos años esta pequeña estancia que ahora me acoge.
Anoche como hace ya unas noches un tierno corazón que duerme en la casa de al lado me despertó, es un niño fantástico que sueña en voz alta su madre hace unos días me dijo preocupada que su niño gritaba en sueños que a veces reía pero que a menudo gritaba y otras las mayoría de veces lloraba desconsolado, la madre preocupada por mí y por el niño, por mí por si me asustaba, y por el niño que ella no podía verlo llorar en sueños,-yo la tranquilice y le dije que no se asustara que esa pesadillas infantiles las tenemos muchas personas y en especial los niños quien no tuvo alguna vez una pesadilla, que te caías al vacío o que el mar te tragaba, quien no vio roto su corazón en la infancia o en la adolescencia por sueños o pesadillas, los sueños se pierden como ahora se pierde la brisa de la tarde en el mar.
Yo también de niño lloraba, y este atardecer en la orilla de la memoria recuerdo una pesadilla la más terrible que me acompaño durante años, fue en el internado en el Sur yo gritaba amargamente desde lo alto de la litera, y llamaba a mi madre amargamente.-¿ Si se rieron de mí?, mis compañeros se rieron de mis miedos de mis palabras ” mama no me dejes aquí llévame contigo a mí casa con mi hermano” eran pesadillas infantiles pesadillas del desarraigo y el dolor que siempre nos acompaña. Acabo de ver al niño que anoche gritaba en sueños, me ha mirado y le he dado un beso porque se lo que el sufre, lo que sufre su madre, es lo mismo que sufrí yo, pesadillas que tantos padecemos, sueños que nos horrorizan y que nos acompañan de por vida, que nunca contamos por miedo a que se rían los compañeros, pero no hay más remedio que seguir porque seguir se vivir, pensar hablar llorar reír como dice la canción eso es vivir.